Seguramente habrás escuchado o utilizado expresiones como: dime la verdad, ¿me estas mintiendo?, en honor a la verdad o la verdad sea dicha, ¡en verdad te amo!; te diré toda la verdad, pero no ahora; de verdad te queda bien ese vestido, entre otras.
Decir siempre la verdad no siempre es fácil, si alguien te pregunta ¿Cómo estás? ¿Responderás ¡bien gracias!, aunque en ese momento una dolencia física o espiritual te esté haciendo sentir muy mal? ¿Es común que la persona que pregunta esté siendo cordial contigo, aunque en realidad no le interese cómo te encuentres?
¿Es oportuno decir la verdad cuando ella no viene al caso o cuando al decirla herimos a las personas? En ese sentido si alguien te hace un obsequio y ¿Una práctica cotidiana? ¿Eludir responsabilidades? ¿Evitar un castigo? ¿Iniciar una relación? ¿Causar daño? ¿Satisfacer necesidades personales? Faltar a la verdad Mentir Es Para Decir la verdad Correcto ¿Siempre incorrecto? ¿Piadoso? pregunta: ¿te gustó mi regalo? ¿Responderás alagando las cualidades del obsequio y lo bonito del detalle, aunque no te haya agradado o dices la verdad?
Las madres y padres suelen alagar la inteligencia y la belleza de sus hijos, con expresiones como: ¡qué hermoso te ves! o ¡eres la personita más inteligente que conozco! Y aunque ellos agradecen el concepto, algunos suelen decir: “no es cierto, solo me miras con los ojos del amor”.
¿Es mejor en todos los casos y ámbitos —la familia, el trabajo, los amigos— decir la verdad, haciendo uso de un lenguaje respetuoso, sin herir ni desaprobar? ¿La verdad siempre es útil y necesaria? o ¿Es mejor callar cuando la verdad puede causar daño y generar conflictos?
Historias para aprender
Este cuento habla de la importancia de decir la verdad. Todos deberíamos ser como George. Cuando George Washington era un niño, vivía en una granja en Virginia.
Su padre había plantado un huerto de árboles frutales. Allí había limoneros, melocotoneros, perales, ciruelos y cerezos. Un día recibió un cerezo particularmente hermoso. Lo plantó en un extremo del huerto y advirtió a todo el mundo de la granja que tuviesen mucho cuidado para que nadie lo rompiera o dañara.
El cerezo creció bien y una primavera se cubrió de flores blancas. El señor Washington estaba encantado al pensar que el arbolito pronto le daría cerezas. Fue justo entonces cuando a George le regalaron un hacha nueva y reluciente. La cogió y salió a cortar ramitas, a golpear los postes de las cercas y a talar todo lo que le salía al paso. Finalmente, llegó al extremo del huerto, y pensando solamente en lo bien que cortaba su hacha, asestó un golpe al pequeño cerezo.
La corteza era blanda y se cortaba con tal facilidad que George acabó abatiendo el árbol y luego se marchó a seguir jugando. Esa noche, cuando el señor Washington se acercó al huerto para contemplar su cerezo, lo vio cortado. ¿Quién había osado hacer una cosa como ésa?, preguntó a todo el mundo, pero nadie supo decirle nada. Entonces llegó George.
- George —le llamó furioso su padre—. ¿Sabes quién ha matado mi cerezo?
Ésa era una pregunta difícil de contestar. George vaciló un momento, pero pronto recobró el valor
- No debo mentir, padre —contestó— Lo hice yo con mi hacha.
El señor Washington miró a George. - Vete a casa, hijo —dijo el señor Washington severamente—.
George se sentía muy infeliz y avergonzado. Sabía que había actuado a la ligera y sin pensar, y que su padre tenía motivos para sentirse disgustado.
Poco después, el señor Washington le dijo:
- Ven aquí, muchacho. Dime, ¿por qué has cortado el árbol?
- Estaba tan enfrascado jugando que lo hice sin pensar —dijo George—.
- Y ahora el árbol está muerto. Nunca nos dará cerezas. Y lo que es peor, no has tenido cuidado.
- Lo siento padre.
- Mírame —dijo el señor Washington—. Siento haber perdido mi cerezo, pero me alegro de que hayas tenido el suficiente valor para decirme la verdad
- Prefiero que seas valiente y digas la verdad antes que tener un huerto lleno de cerezas.
Nunca olvides esto, hijo.
George Washington nunca lo olvidó. Al final de su vida continuaba tan valiente y honesto como lo había sido cuando era niño
autor: Mason Locke Weems
(Biografía: La vida de George Washington).
Piensa éticamente
• ¿Qué opinas del comportamiento de George y de la reacción de su padre?
• Cuando tú eras pequeño, ¿decías mentiras o hablabas con la verdad?
• ¿Qué te dicen tus padres acerca de la mentira?
• Escribe tres consecuencias de la mentira en:
- La casa
- Con los amigos
- La institución educativa
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