miércoles, 13 de septiembre de 2023

La violencia de mediados del siglo XX: el crisol de las tensiones

 

Cuando observamos o nos referimos a la realidad del país, fácilmente la asociamos a expresiones como “Colombia es un país violento”. Solo basta ver los noticieros, los periódicos o los comentarios de las personas que nos rodean, para llegar a esa terrible realidad. Pero ¿Qué es la violencia?

Darío Betancourt, historiador colombiano, muerto a manos de los violentos, definió la violencia como: “los comportamientos destinados a causar perjuicios físicos a personas, o daños a cosas; empleo efectivo de la amenaza y de la fuerza para obligar a otros a hacer lo que no harían en condiciones normales; el hecho producto de la fuerza bruta, de la compulsión, de la imposición de unos sobre otros, sea por los gestos, por la voz, por la mirada o por el hecho mismo, que puede ser un golpe o el uso de instrumentos materiales para herir, para destruir al otro, etc., la violencia puede presentarse en formas más sutiles, más indirectas, pero con la misma finalidad, Ilegar al hecho último que facilite la destrucción, la muerte, la desaparición, el perjuicio físico, mental o moral, del otro”.




La “violencia” bipartidista 

A partir de la definición de violencia, se puede analizar muchas situaciones de la vida cotidiana, pero ¿desde cuándo se habla de la violencia en Colombia?

En Colombia se denomina “Violencia” al periodo histórico entre 1946 y 1965, en el cual se enfrentaron los dos partidos políticos tradicionales: Liberal y Conservador. No hay que olvidar que previo a esto, la sociedad colombiana estaba viviendo una gran agitación por las reformas liberales impulsadas por Alfonso López que había legalizado los sindicatos, había impulsado la reforma agraria al igual que la libertad de culto y de enseñanza. Estas reformas tenían conmocionados a los conservadores a la iglesia y a los terratenientes, pues veían afectados sus intereses.

Con la llegada de los conservadores de nuevo al poder en 1946, por medio de la presidencia de Ospina Pérez, la sociedad agudiza estas tensiones y da paso al periodo de la violencia que se recrudece en las zonas rurales que proclaman “a sangre y fuego” haciendo eco al pronunciamiento de un ministro conservador.

Esta confrontación no tardó en llegar a las ciudades, pues el ejército reprimía con mayor dureza a los sindicatos y las organizaciones obreras que eran respaldadas por los liberales y por la izquierda que se estaba conformando como resultado de la expansión de las ideas de la Unión Soviética.

Durante la República Liberal, el presidente tenía la potestad de nombrar a los funcionarios públicos (alcaldes y gobernadores). A su vez, estos podían nombrar a su equipo de gobierno. Aprovechando esta ventaja en todos los municipios, incluso aquellos de tradición conservadora, se nombraron alcaldes y funcionarios liberales lo cual facilitó el control del poder político y militar.

Para contrarrestar este poder, se comenzó a pactar un acuerdo de unión entre caciques y gamonales quienes buscaban establecer su autoridad ante la población civil, respaldados por el ejército y la creación de grupos militares al margen de la ley, especialmente en Boyacá, Cundinamarca, Tolima y Huila y especialmente en el norte del Valle.

La Violencia se caracterizó por la creación de bandas de hombres armados afiliados a uno de los dos partidos, recibió diversos nombres según la región; por ejemplo en Antioquia se les llamó “bandoleros” o “chusma”, en Tolima y norte del Valle a las cuadrillas se les llamó “pájaros” y “contrachusma”; en el Quindío se les llamo guardias cívicas o “aplanchadores”.

Jorge Eliécer Gaitán En los años 40, el descontento popular frente a la represión del Estado contra todo intento de organización de movimientos obreros y populares, llevó a presentir que otros acontecimientos, como el de la masacre de las bananeras, podrían ocurrir en el panorama social y político, razón por la cual el presidente López renunció en 1944. El poder lo tomó entonces Alberto Lleras Camargo hasta 1946, pretendiendo fortalecer las clases dominantes de todo el país y de ambos partidos como una Unión Nacional con el lema “Revolución del Orden”. 

Esto llevó a la represión por parte del gobierno. Los militantes de movimientos populares fueron objeto de despidos y arrestos masivos, de la desarticulación de sindicatos, y de la anulación violenta de protestas urbanas.


Esto generó aún más descontento popular, lo que favoreció el surgimiento del líder popular Jorge Eliécer Gaitán, quien demandaba, con su ideología, la unión del pueblo contra las oligarquías.

Esto generó aún más descontento popular, lo que favoreció el surgimiento del líder popular Jorge Eliécer Gaitán, quien demandaba, con su ideología, la unión del pueblo contra las oligarquías.

Fue jefe único del partido Liberal y candidato a la presidencia de la república para el periodo 1950-1954. Presentó ante el Congreso el proyecto de ley denominado “Plan Gaitán”, que proponía reformas democráticas en lo económico; sin embargo el plan fue rechazado.

En su carrera política denunció fuertemente, hasta el día de su muerte, la violencia oficial y pidió la moral del país y llamó a la resistencia a la población civil. Las manifestaciones convocadas por Gaitán eran frecuentes, entre las más famosas están la Marcha del silencio y la Marcha de las antorchas, organizada para protestar por la muerte de varios líderes del partido liberal a mano de conservadores. Logró unir al partido Liberal dividido y se perfilaba como el próximo presidente.

El Bogotazo 

El 9 de abril de 1948, en pleno centro de Bogotá, fue asesinado el líder popular Jorge Eliécer Gaitán, situación que desencadenó grandes disturbios en la ciudad. Se incendiaron los ministerios, el Palacio Arzobispal, saquearon los almacenes y todo aquello que representara el poder Conservador. La reacción popular se hizo sentir en varias ciudades de la nación. A esta situación se le conoce en la historia como el “Bogotazo”.

La reacción de los seguidores del caudillo se hizo visible en otras ciudades, donde se pensó conformar la Junta Revolucionaria. El asesinato representó una crisis para el gobierno a quien se le pidió a renuncia. El saldo final de muertos fue de 1.500 aproximadamente.

La muerte de Gaitán agudizó el conflicto bipartidista, por un lado los liberales perseguían a os responsables de la muerte de Gaitán, mientras que el gobierno perseguía a los líderes de los levantamientos contra el gobierno, la violencia oficial se recrudeció.

La calma lograda después del Bogotazo mostró su debilidad al clausurar el Congreso, en noviembre de 1949 y Gómez asumió el poder en 1950. Durante su gobierno, continuó con las reformas de Ospina, solicitando grandes préstamos a la banca internacional y permitiendo la inversión extranjera.

Regiones afectadas por la violencia 
Con la muerte de Gaitán se dio inicio a la “Violencia”, primero en Bogotá y luego en el resto del país. Los efectos de la violencia se sintieron con mayor fuerza en algunos sectores del territorio colombiano.

Las guerrillas liberales o bandoleros se organizaron en las zonas rurales por quienes huyeron de la persecución después del 9 de abril, principalmente en los departamentos de Antioquia, Cundinamarca, santanderes, Valle, Quindío, Tolima y Llanos Orientales agrupando un ejército de 20.000 hombres.


Para 1948, se extendió al resto del país sin que las costas y el sur del país fueran sus escenarios principales.

En estos territorios eran frecuentes las amenazas, los atentados y los asesinatos de líderes políticos. Durante este periodo, el enfrentamiento de los grupos armados alcanzó niveles extremos de crueldad: torturas, asesinatos, mutilaciones robos y destrucción de propiedades.

Las rivalidades se intensificaron tanto que la venganza se volvió la forma común como la sociedad resolvía los conflictos e impartía justicia. La situación llegó a tal extremo en algunas zonas, que se necesito de salvoconductos para garantizar la vida.

Una de las bandas más temibles se desarrollo en Caldas, fue llamada de los “pájaros” liderada por León María Lozano, apodado el “Cóndor” quien mantuvo el control en la zona por mucho tiempo.

Consecuencias de la violencia 

Los efectos de la violencia bipartidista se sintieron a lo largo y ancho del territorio colombiano. Una de las principales consecuencias fue a destrucción de edificios oficiales, el saqueo, grandes destrozos a almacenes y fábricas en las ciudades y la consecuente crisis económica que estas medidas generaron.

La muerte de simpatizantes de ambos bandos, más el sinnúmero de heridos producto de los enfrentamientos, se suma a las persecuciones y asesinatos selectivos de líderes populares que redundan en el miedo generalizado en la población civil, la cual empezó a desconfiar hasta del vecino. Cualquier comentario podía ocasionar la propia muerte o la muerte de otro; este sentimiento de temor y zozobra se extendió en la población tanto del campo como de la ciudad por muchos años.

En el campo se recrudecieron los enfrentamientos armados y las persecuciones a líderes comunitarios y de partido, el miedo a las masacres se hizo cada vez más fuerte. Surgieron en el escenario de los municipios figuras sanguinarias, encargados de asesinar y acallar al oponente; desafortunadamente, el sicariato se volvió una profesión. Borrero Olano y Navia Varón fueron los líderes del norte del Valle, mientras que León María Lozano controló la situación en el ámbito urbano.

Otro efecto de la violencia fue el éxodo masivo del campo a la ciudad. Debido a los conflictos armados de la violencia bipartidista, representó para el gobierno una doble preocupación: por un lado, las ciudades no estaban preparadas para recibir a los desplazados, no se contaba con la infraestructura suficiente para atender la demanda; por el otro, el aumento de la población se tradujo en aumento de mano de obra, que competía por el empleo, generando el aumento del desempleo o la economía informal.

Violencia y ciudad 

Las grandes ciudades han tenido sus dinámicas propias, en ellas confluyen multiplicidad de problemas entre los que prevalecen la delincuencia común y el asalto simple. Bogotá, Medellín y Cali, durante los primeros años de “industrialización”, comenzaron a recibir gentes de todas partes que venían con la ilusión “del sueño citadino”, la ciudad significaba la posibilidad de nuevas oportunidades de salud, educación, vivienda y de salarios estables.

Los procesos de migración hacia la ciudad aunque han sido continuos desde 1920, han presentado épocas de “oleadas migratorias”. Estas han estado marcadas por procesos de industrialización pero sobre todo por las épocas de violencia.

La violencia ha sido uno de los factores que más han incidido en el desplazamiento hacia los cascos urbanos y especialmente hacia las grandes ciudades ocasionando sobrantes en la mano de obra, que aunados a la actual crisis inciden en los altos niveles de desempleo.

De igual forma, estas “oleadas migratorias” han generado en las ciudades verdaderos cordones de miseria, pues no existen planes gubernamentales para hacer frente a esta realidad, y a las oportunidades laborales; mucho menos planes de vivienda. Así, en la periferia de las principales ciudades se han conformado “micro ciudades ilegales” carentes de todo servicio.

El término de ilegalidad obedece a que en la mayoría de los casos al no encontrar posibilidades de vivienda (la mayoría de los desplazados llegan escasamente con lo que tienen puesto pero sobre todo con un temor increíble) tienen que recurrir a invadir predios localizados en los límites de la ciudad en donde muchas veces caen en manos de comerciantes y políticos sin escrúpulos que los estafan con lotes ilegales; y así, los campesinos pasan a convertirse en los nuevos miserables de las ciudades.

Bandolerismo 

Los antiguos guerrilleros, de ambos bandos, algunos de ellos amnistiados, volvieron a las armas, pero no con una intención política sino con un interés económico personal, animados por el deseo del control del poder en una región, por lo que se dedicaron al pillaje. 

A estos grupos se les llamó bandoleros. En estas organizaciones se privilegio el deseo de venganza y de poder por el poder. El uso de la fuerza y la crueldad. Sus acciones se caracterizaron por la sevicia y atrocidad, por lo general no actuaban solos sino que actuaban en cuadrillas, en donde se ejercía abuso de la fuerza.

Entre sus acciones estaban el robo, la violación, la expropiación y el asesinato. Pocas veces recurrían al secuestro

 En busca del orden social 

Para establecer la paz, los liberales y conservadores acordaron que el General Rojas Pinilla asumiera el poder. Él llegó a la presidencia por medio de un golpe de Estado el 13 de junio de 1953.

Con el propósito de mantener el orden social y el control del estado, Rojas Pinilla ofreció la amnistía a los guerrilleros liberales. Aunque la mayoría se acogieron, otros se sintieron engañados y recurrieron al bandolerismo como medio de vida.

En el proceso de desmovilización guerrillera participaron Guadalupe Salcedo, líder de los Llanos Orientales, y el “Capitán Peligro”, líder del Tolima, con el propósito de reducir al máximo los grupos alzados en armas. Pero este propósito no se cumplió, pues otros grupos no aceptaron la amnistía y se mantuvieron. Fue el caso de Manuel Marulanda Vélez, quien fundó las Farc.



No hay comentarios: