En la medida en que los recursos de una economía son escasos, es necesario contar con un mecanismo para asignarlos entre los distintos individuos y actividades económicas.
La asignación de los recursos debe hacerse mediante unos mecanismos que, por una parte, establezcan las condiciones bajo las cuales los individuos tendrán acceso a ellos y, por otra, les brinden a ellos mismos la información necesaria para asignar los recursos entre las distintas actividades económicas.
Veamos el caso de la asignación de recursos entre individuos. La existencia de un mecanismo de asignación es crucial para el desarrollo de la sociedad. Si ese mecanismo no existe, lo más probable es que termine por imponerse como regla de asignación “la ley del más fuerte”. Una sociedad en la que la asignación se hace a través de la fuerza se verá abocada a una confrontación permanente entre sus individuos y, por esta vía, a una pérdida de recursos.
Existen diversos mecanismos que pueden usarse para asignar los recursos. Un concurso o una premiación es una forma de asignar un monto de recursos entre individuos que cumplen con ciertas condiciones. La lotería es un mecanismo de distribución de una cantidad de dinero en el que el azar desempeña un papel fundamental. La regla del “orden de llegada” es un mecanismo que se aplica cotidianamente en los numerosos sitios en los que nos vemos obligados a hacer una fila para acceder a algo.
Desde el punto de vista económico, el mercado es el principal mecanismo que se usa en la actualidad para asignar los recursos en una economía. Sin embargo, el mercado no es el único mecanismo de asignación. En algunos casos el gobierno debe intervenir para contribuir al proceso de asignación de recursos.
En muchos países del mundo la mayor parte de los bienes y servicios son asignados a través del mercado. Estas economías se denominan economías de mercado. En una economía de mercado el gobierno interviene en la asignación de recursos en áreas en las que el mercado es insuficiente para garantizar que toda o la mayor parte de la población tenga acceso a ciertos recursos indispensables, como por ejemplo la seguridad y la salud.
También se ha dado el caso de economías en las que el nivel de intervención del gobierno en la asignación de recursos es alto y el papel del mercado es prácticamente nulo. Esta fue la característica central de las economías de Europa del Este y los países de la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas hasta finales de los años ochenta. Esos países se conocían como economías centralmente planificadas, por la alta intervención que el gobierno tenía en el sistema económico. A comienzos de los años noventa dichas economías iniciaron un proceso de evolución hacia el mercado, por lo cual actualmente se les conoce como economías en transición.
Veamos en mayor detalle cuál es el papel del mercado y el gobierno como mecanismos de asignación de recursos.
El papel del mercado como mecanismo de asignación de recursos
El mercado es el escenario en el que se lleva a cabo el intercambio. Por esta razón allí confluyen los gustos, las preferencias y las motivaciones de los agentes económicos. El intercambio se da entre los agentes económicos que tienen bienes y servicios para ofrecer en el mercado, y los agentes económicos que quieren comprar esos bienes y servicios. La cantidad de bienes y servicios que ofrecen los primeros constituye la oferta de ese mercado y la cantidad que están dispuestos a comprar los segundos es la demanda.
La interacción de la oferta y la demanda en el intercambio da lugar a la formación de un precio; así, la función del mercado es igualar la oferta a la demanda a través del precio. El precio no sólo es una medida del valor de un bien o un servicio, sino que también desempeña una función económica muy importante, ya que sirve para asignar la oferta de bienes y servicios a aquellos demandantes que más interés muestran en obtenerlos, y que por tanto están dispuestos a pagar más por ellos.
Ahora bien, generalmente existe una relación positiva entre la cantidad de un bien o servicio que alguien está dispuesto a ofrecer y el precio de ese bien o servicio. La razón es simple: mientras mayor sea el precio que alguien espera recibir por la venta de un bien o servicio, más dispuesto estará a sacrificar ocio para dedicar trabajo a la producción de esos bienes o servicios, y más dispuesto estará a sacrificar usos alternativos de su capital para producirlos. Esta relación entre el precio y la cantidad ofrecida de un bien o un servicio variará cuando cambien factores como la productividad de los recursos productivos con que cuente el oferente o la preferencia que tenga el trabajador por el ocio.
De otro lado, usualmente existe una relación negativa entre la cantidad de un bien o servicio que alguien está dispuesto a demandar y el precio de ese bien o servicio. Bajo unas mismas circunstancias, un individuo preferirá demandar una mayor cantidad de cierto bien o servicio si su precio es bajo, pero no si su precio es alto. Esta relación entre el precio y la cantidad demandada de un bien o un servicio variará cuando se modifiquen los gustos de los demandantes, o cuando cambien los precios de otros bienes y servicios parecidos que sirvan para atender las mismas necesidades. Los distintos bienes y servicios que sirven para satisfacer unas mismas necesidades se denominan sustitutos.
Podemos plantear varias reflexiones que sirven para entender el papel del mercado como mecanismo de asignación de recursos. La primera y la más simple es que en el mercado confluyen las preferencias y las motivaciones de los individuos, y no del sistema económico como un todo. En ese sentido, en el mercado se reflejan los objetivos individuales y no los de la sociedad. Esos objetivos consisten en alcanzar el máximo bienestar individual posible. Para los oferentes el bienestar se deriva de vender sus bienes y servicios al precio más alto posible para maximizar sus utilidades. Para los demandantes el bienestar se deriva de comprar los bienes y servicios al precio más bajo posible para lograr que su ingreso rinda lo máximo posible.
Aplicando la lógica del mercado a los agentes del sistema económico, se puede esperar que las empresas compitan entre sí por conseguir más clientes y mayores ganancias. De otro lado, también se puede esperar que los hogares compitan entre sí por mejores trabajos y mayores ingresos, así como por los bienes y servicios que desean, pagando mayores precios por ellos.
La segunda reflexión tiene que ver con el tipo de bienes que se transan en el mercado. En un mercado se transan principalmente bienes y servicios privados, en la medida en que son bienes y servicios que generan un beneficio exclusivamente para el comprador, y a los cuales se les puede asignar un precio que puede ser pagado por alguien.
La tercera reflexión, estrechamente relacionada con la anterior, es que el mercado puede ser un mecanismo limitado para asignar recursos en la medida en que excluye a aquellos que no pueden pagar por los bienes y servicios que se intercambian allí. En estos casos, el gobierno puede atenuar o suplir esa limitación del mercado; así, en la medida en que el gobierno es el resultado de un proceso político y cuenta con las instituciones necesarias para ejercer su actividad de gobernar, puede anteponer los intereses colectivos a los intereses individuales.
La acción del gobierno para intervenir en la asignación de recursos puede tener diversos niveles de profundidad. Esta acción puede ir desde la intervención en unas pocas áreas especiales, como sucede en las economías de mercado, hasta la participación gubernamental en todas las actividades económicas, como sucede en las economías centralmente planificadas, dejando muy poco espacio al mercado y por tanto a las iniciativas individuales.
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