miércoles, 23 de agosto de 2023

Movimientos populares y reforma social en Colombia

 A los cambios generados en el orden económico y social en Colombia en los primeros años del siglo XX, se sumó la concentración de la fuerza de trabajo en las ciudades más importantes del país dando lugar a la clase obrera que era empleada en diversos sectores comerciales nacientes: cigarrillos, cervezas, tejidos; por un sector empresarial con fuertes monopolios.

Inicialmente, los obreros se fueron organizando en sindicatos y ante la debilidad política del Estado se desencadenaron las primeras huelgas como manifestación de descontento ante la presión de una clase dirigente que no apoyaba con justicia al trabajador y ante una fuerte explotación de hacendados y latifundistas.

En 1910 varias asociaciones artesanales y obreras comenzaron a darle forma a su pensamiento de organización y crearon en 1913 la Unión Obrera Colombiana, realizando en 1919 la primera conferencia nacional y divulgando su pensamiento a través de un semanario. Fue con los movimientos huelguísticos como se comenzó a formar el sentido gremial de los obreros. Los primeros movimientos generados en los enclaves coloniales de compañías norteamericanas, en las zonas petroleras, en la zona bananera, en las nacientes industrias textiles, hicieron tomar conciencia a los obreros, campesinos y artesanos que empezaron a organizarse y a recibir la influencia del movimiento socialista.

Posteriormente, varios intelectuales se organizaron en un círculo de estudios del marxismo y sus ideas fueron alimentando muchos de estos movimientos. La Unión Obrera de Colombia se creó en 1913 y a partir de 1919 con el reconocimiento del gobierno al derecho a huelga, se activaron en forma fuerte, convocando a congresos obreros, cese de labores laborales, y acción combativa contra el Estado. Uno de los sectores más afectados fue el de transporte, además del sector minero, artesanal, de construcción y agricultura.

Fue en ese decenio cuando surgió el despertar obrero que se manifestó con una inusitada actividad huelguística que exigía reivindicaciones sobre pago de salarios, jornadas laborales, estabilidad laboral, cumplimiento de la legislación entonces existente. Como sus peticiones no eran atendidas los trabajadores acudieron a la huelga, la protesta y la manifestación como otras formas de lucha. Una de estas se presentó en 1919 con la huelga de obreros de la compañía inglesa del Ferrocarril de La Dorada que inició el movimiento en defensa de un pliego de reivindicaciones laborales en torno a salarios, jornada laboral, y problema habitacional. 

Otro hecho se dio en la fábrica de tejidos de Bello, donde cerca de 350 mujeres fueron a la huelga exigiendo aumento de salarios, reducción de jornada, y mayor respeto por parte de los vigilantes.

Uno de los sitios donde se concentró la lucha sindical fue en Barrancabermeja, inconforme con las condiciones de los trabajadores de las exploraciones petroleras y auspiciadas por la figura de Raúl Eduardo Mahecha, con sus ideas socialistas y la divulgación de las mismas en el periódico Vanguardia Obrera. Una huelga que dejó huella en este sector fue la realizada en 1927 con más de 7 000 hombres, y la cual fue duramente reprimida por el gobierno. 

Según estudios de prensa de Mauricio Archila, en 1921 se dieron nueve huelgas entre las que se destacan las de ferroviarios y fábricas de tejidos. En 1923, se realizaron ocho. El ciclo que se inicia en 1924 se prolonga hasta 1928 iniciándose con conflictos de transportadores. Fue en 1924 cuando estalló la primera huelga petrolera en la historia del país en la cual participaron 30.000 trabajadores que solicitaban el cumplimiento de lo pactado por la Tropical Oil Company que además era apoyada por el Estado nacional lo que llevó a los trabajadores a una agitación más radical.

María Cano 



Al iniciar el siglo XX, se destacó la líder María Cano, una de las primeras mujeres colombianas que se vinculó a la lucha sindical. Una figura importante de la década, agitadora social de los años 20, quien inició su vida pública movilizándose a favor de los trabajadores, a quienes motivaba a la lectura. En 1924 convocó a periódicos y librerías a donar materiales para organizar una biblioteca popular gratuita. Escribía en periódicos antioqueños sobre temas sociales y más adelante se convirtió en abanderada de la libertad y la justicia, luchando contra la explotación de los trabajadores asalariados. 

Fue relevante su acción a favor de la libertad y la igualdad, enfrentando el régimen conservador, luchando contra la ignorancia y la explotación de los trabajadores. Ella fue testigo de cómo entre 1925 y 1930, se dio una expansión económica y Colombia recibió inversión extranjera, previó el momento a la depresión de 1929. En forma paralela al apoyo económico, el país recibió varias misiones extranjeras que asesoraban al gobierno en lo económico como el caso de la misión Kemmerer, de cuyas recomendaciones surgió el Banco de la República. Fue un período en el cual se crearon diversas instituciones que pretendían ser apoyo para las acciones del Estado. Es así como entre 1925 y 1950 se dan las bases jurídicas y políticas para la intervención del Estado en la vida económica nacional.

La masacre de las bananeras 

El 12 de noviembre de 1928 estalló una gran huelga en la zona bananera de Santa Marta contra la United Fruit Company (fundada en 1899), pues esta ejercía un monopolio total: posesión de tierras con cultivo de banano, control del transporte marítimo del producto, compra de buena parte de acciones del Ferrocarril de Santa Marta, control del comercio local y hacia 1910 controlaba el 77% del mercado mundial del banano. Más de 25.000 trabajadores de las plantaciones se negaron a cortar los bananos y dado que no se llegó a un acuerdo, la huelga terminó con un baño de sangre.

La United Fruit Company era una empresa que declaraba no tener trabajadores. Utilizaba diferentes estrategias para burlar las obligaciones de los campesinos. Negociaba con terceros que subcontrataban a los hombres que limpiaban los terrenos, abrían canales de riego, sembraban banano, recogían la cosecha, empacaban la fruta cortada y la hacían subir a los vagones para transportarla hasta los vapores de su gran flota blanca, pero jamás habían figurado en las nóminas de la sociedad creada por Minot Cooper Keith, cabeza de la United Fruit Company (Melo, Jorge O: 1978).

Al no encontrar respuesta a sus solicitados los trabajadores iniciaron la huelga. El comunicado inicial de los huelguistas, decía en uno de sus apartes: Esta huelga es el fruto de dolor de miles de trabajadores explotados y humillados día y noche por la compañía y sus agentes; esta es la prueba que hacen los trabajadores de Colombia para saber si el gobierno nacional está con los hijos del país, o contra ella y en beneficio del capitalismo norteamericano y su sistema imperialista.

El gobierno de Abadía ordenó rápidamente el envío de todo un contingente de militares al mando del general Carlos Cortés Vargas para controlar la asonada. El gobierno creía que los movimientos sociales debían ser reprimidos por la fuerza. Desde el primer momento, se convirtieron en los “consentidos” de la United, ya que además de utilizar los soldados para el trabajo de las bananeras, protegían sus intereses y propiedades.

El 5 de diciembre, los trabajadores en huelga se reunieron en Ciénaga, mientras que el Consejo de Ministros de Bogotá, decretaba el estado de sitio para Santa Marta. Los campesinos recibieron la noticia de que se presentaría un representante del gobierno para negociar el pliego en horas de la tarde, pero este nunca llegó. 

Al anochecer, el general Cortés Vargas recibió orden del Ministro de Guerra Ignacio Rengifo, de despejar la vía haciendo uso de la fuerza en caso de que fuera necesario, declarando que era importante detener a las principales cabecillas e impedir cualquier clase de propaganda subversiva.

Comenzó el desplazamiento de las tropas hacia las 11 de la noche y hacia de la una de la mañana del 6 de diciembre, un capitán del ejército hizo la lectura del comunicado por medio del cual el general Cortés Vargas ordenaba disolver todo grupo mayor de tres personas, al mismo tiempo que autorizaba a los militares a disparar sobre la multitud. Dicha orden se hizo efectiva después de los tres cornetazos de advertencia, dejando un saldo de innumerables víctimas entre niños, mujeres, hombres y ancianos.

La masacre de la zona de las bananeras acaecida en el régimen conservador fue un hecho determinante para precipitar la caída de un gobierno desacreditado por la represión y las matanzas perpetradas por el ejército. Uno de los personajes que denunció lo sucedido fue Jorge Eliécer Gaitán y la indignación del país al conocer la verdad fue manifiesta expresándose en las jornadas de junio de 1929.

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