viernes, 11 de agosto de 2023

La crisis cafetera

 Dos eventos importantes a nivel mundial incidieron en el desarrollo económico de Colombia: la crisis de 1929 y la Segunda Guerra Mundial. El primero afectó significativamente a la incipiente industria que se abría paso en la economía por cuanto redujo significativamente las exportaciones del café.

Con la caída de los precios de las materias primas, el precio del café también cayó, pero no en la misma proporción que en productos como el banano, petróleo o el oro, lo cual le permitió proporcionar un alivio a la economía del país.

Para financiar la inversión en obras públicas, el Estado colombiano había recurrido al mercado de capitales extranjeros.

Esto sumado a la caída de la bolsa de valores complicaba la situación, pues cada día se hacía más impagable la deuda externa.

Ante esto, el Gobierno nacional decidió en 1932 dar la orden de pagar solo los intereses de la deuda. El no pago de la deuda posibilitó una recuperación de las importaciones.

La producción del café en Colombia, para 1933, se incremento a un 62%, pero esta producción no alcanzaba el precio deseado debido a la bonanza brasilera que proveía la demanda europea, así que, para regular los precios, Brasil optó por quemar los excesos o botarlos al mar. Para 1936 se acordó entre los gobiernos colombiano y brasilero que cada uno de los Estados intervendría en los precios mínimos del café.

En 1939, Brasil y Colombia firmaron un pacto en el cual se establecía la producción de cada uno de los países en el mercado exterior para no afectar el uno al otro, esto alivió la tensión pero no por mucho tiempo, pues la crisis más aguda se presentó en 1940 cuando los países europeos inmersos en los conflictos internos del continente, redujeron drásticamente la demanda de café. En esta época el café tuvo lo peores precios de la historia.

Los instrumentos de regulación cafetera 

Ante el problema de la competencia de cómo poner de acuerdo a más de 20 naciones en la producción, comercialización y precios de un producto se hicieron varios convenios internacionales, hasta que en 1958 se forma la Organización Internacional del café, OIC, que sería el espacio para la negociación entre los países productores y compradores de café. 

Los acuerdos básicamente giraron en torno a cuotas de producción y comercialización que permitían mantener un precio estable en los granos para evitar la superproducción y por ende los bajos precios. De igual forma, se establecieron grupos de acuerdo con la suavidad y calidad de los granos, lo que también facilitaba su organización.

A nivel nacional, los caficultores también se organizaron para hacerle frente a las crisis y aprovechar mejor las “bonanzas”. Primero organizaron la Sociedad de Agricultores de Colombia, SAC, y luego la Federación Nacional de Cafeteros; sus políticas fueron variadas y oscilaron desde la construcción y organización de almacenes para el almacenamiento y comercialización del café, como la exigencia al Estado de la fundación de Bancos como la Caja Agraria.

Pero la Federación fue mucho más allá. No sólo organizó la producción y comercialización del grano, también organizó un fondo, con el cual se crearon empresas importantes como la Flota Mercante Gran Colombiana, el Banco Cafetero y muchas más con cuyos ingresos se hacían menos duras las épocas de crisis.


 



 

  


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