martes, 5 de marzo de 2024

El despertar de la economía colombiana en los años veinte

 La depresiva situación económica que caracterizó al país al iniciar el siglo XX, empezó a presentar cambios significativos entre 1922 y 1929, cuando se presentan diferentes factores que favorecieron las condiciones del sector externo, y las finanzas gubernamentales, esto trajo consigo lo que se ha denominado como “la prosperidad al debe”.

La mejoría del sector externo se evidenció en el aumento del valor total de las exportaciones, que comenzaron a ampliarse desde 1905, alcanzado los siguientes niveles: 


sta expansión de las exportaciones se presenta fundamentalmente por el alza de los precios internacionales del café, que hacia 1922 estaban en 15,4 centavos de dólar por libra y se incrementan en 1928 a 26,3. De igual forma, se presentó un incremento del 51% de la cantidad de café exportado y del 70% del total de las exportaciones. Es así como Colombia consolida su lugar en el mercado mundial del café pasando de 3.5% de producción mundial en 1915 a 8% en 1925 hasta llegar al 11.3% en 1930.

Al incremento de las exportaciones del país, se sumaron las divisas provenientes de la indemnización por parte de Estados Unidos de 25 millones de dólares, como reparación material a las pérdidas tenidas en Colombia por la separación de Panamá.

A este periodo de abundantes ingresos en dinero se le denominó la “danza de los millones”.

Con este panorama económico el país pudo intervenir en los mercados financieros mundiales, a pesar de no gozar hasta ese momento con una imagen positiva por los constantes incumplimientos en las deudas a causa de la situación crítica y fiscal que había vivido en la década anterior. 

Fue así como coincidieron la recuperación en la capacidad de endeudamiento y una mejor imagen del país como deudor, con el auge financiero de Estados Unidos, que se dedicó a ampliar el crédito internacional en la mayor parte de los países latinoamericanos.

El incremento de la deuda externa 

Al ampliar la capacidad de endeudamiento, Colombia, entre 1923 y 1928, incrementó en un 743% la deuda externa, al pasar de 24 millones de dólares a 203 en 1928. Entre 1926 y 1928 fue el periodo donde más se sintió el aumento con el paso de 63 millones dólares a 203 millones.

Este endeudamiento no solo se presentó a nivel nacional; también los departamentos aumentaron la deuda en más de veinte veces y los municipios la multiplicaron por ocho; de igual forma, el sistema bancario presentó unos alarmantes incrementos llegando a quintuplicar las deudas, con el fin de financiar las actividades del Banco Agrícola Hipotecario, creado en 1924.

Según Juan José Echavarría, la deuda total de Colombia presentó un aumento tan extremo en diferentes aspectos, que iba mucho más allá de las capacidades del límite de endeudamiento que el país podría resistir, como se muestra en los datos de la siguiente tabla:


Estabilidad económica del país y el aumento de infraestructuras 

El aumento de las exportaciones y el endeudamiento permitió una notable mejora en la situación financiera del país. Esto sirvió para que el gobierno pudiera realizar ciento de obras públicas, con lo cual aumentó el empleo y la gente pudo contar con dinero, para comprar.

gente pudo contar con dinero, para comprar. Sumado a todos estos avances en la infraestructura, el país por primera vez contó con un considerable fondo de divisas con el cual se pudieron ampliar las importaciones de equipos, de maquinaria y de materias primas, con las cuales la industria tuvo la capacidad de expandirse.

De esta forma, con el endeudamiento que adquiere el país se logra un avance significativo en el desarrollo económico y social en comparación de las estructuras que se venían viviendo desde la época colonial. Fue así como entre 1925 y 1929 el país alcanzó la cifra más alta en toda su historia en la tasa de crecimiento anual del producto bruto con un índice de 5,2%, mientras que el producto total creció al 7,7% anual uno de los más rápidos a lo largo del siglo XX.

Por ejemplo, hacia 1928, por efectos del endeudamiento y por entradas adicionales relacionados con los impuestos aduaneros, se lograron ingresos del gobierno central en 107,5 millones de pesos una cantidad considerable comparada con los ingresos de 1921 que se acercaron a 15,7 millones. De igual forma, entre 1923 y 1929 los ingresos departamentales aumentaron en un 150% y los municipales en 112% derivados por los anticipos y por las mejores condiciones tributarias que se originaron gracias a la expansión económica.

El desarrollo en la infraestructura vial 

Buena parte de la nueva capacidad económica con la contaba el país, se destinó especialmente hacia la adecuación de las obras públicas. 

Se estima que el gasto público aumentó de 6,3 millones de pesos en 1923 a 62 millones en 1928, lo que representaba un aumento del gasto público total del país de 16,2% en 1923 a 53,9% en 1928. De este total, más del 60% se invirtió en la infraestructura vial, concretamente en la ampliación de los ferrocarriles.

Con el desarrollo de las vías de comunicación se aceleraron los cambios más importantes de este periodo, puesto que la mayor limitación que tenía la economía del país hacia los años veinte, era precisamente la falta de un sistema articulado de transporte para la comercialización de los mercados. Hasta este momento, tan sólo se contaba con un recorrido de los ferrocarriles que apenas integraba las regiones cafeteras con los puertos de embarque para la comercialización al exterior, es decir, se tenía un sistema de transporte que se limitaba a la función de enlazar los mercados internos.

Con la carencia de ferrocarriles y carreteras, la economía interna del país tenía que enfrentar varios problemas como: elevados costos de los fletes, dificultades para la importación de maquinaria, pocas posibilidades de vincular tierras a la frontera productiva, falta de comercialización de los productos locales y en definitiva el aislamiento de las regiones que conformaban el país.

Como respuesta a este conjunto de dificultades, el desarrollo ferrocarrilero de los años veinte se encaminó esencialmente hacia la integración de la economía nacional construyendo una red amplia. En segundo lugar, se dedicó un monto del presupuesto para completar las vías de comunicación orientadas al desarrollo de la economía exterior.

Fue así como entre 1925 y 1930 se construyó buena parte de la red ferrocarrilera del total de país, que permitiría avanzar en la comercialización interna durante los años treinta.

Los ferrocarriles de las zonas cafeteras que enlazaban de alguna forma las zonas internas, aumentaron entre 1922 y 1934 en un 65%, mientras que en las zonas del centro el sistema ferroviario se amplió en un 550% hasta llegar a un 1000%. De esta manera, en tan sólo doce años de avances en la infraestructura vial, los ferrocarriles céntricos habían adquirido la misma proporción en kilómetros en uso, equipos rodantes e inversiones con los ferrocarriles instaurados en las regiones cafeteras en las décadas anteriores.

En cuanto a las carreteras y los caminos vecinales, entre 1926 y 1930 se ampliaron en 942 kilómetros, llegando a completar al finales de 1930 un total de 2.641 kilómetros de carretera para automotores y 4.042 kilómetros de caminos de herradura, que unían las regiones de Pasto-Popayán, Ibagué–Armenia, Bogotá-Camabo y VillavicencioBogotá, de igual forma se construyeron algunas vías transversales que se comunicaban con las diferentes regiones del país.

Esta nueva infraestructura vial facilitó el aumento considerable de parque automotor, tanto así que entre 1923 y 1928 se pasó de 552 vehículos importados a 3.556. A finales de los años veinte, el país ya contaba con aproximadamente 12.000 vehículos, de los cuales más de 2.000 sobrepasaban las 2.5 toneladas.

 


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