miércoles, 8 de febrero de 2023

PRIMERA GUERRA MUNDIAL

 


La Primera Guerra Mundial marcó el primer gran conflicto internacional del siglo XX. El asesinato del archiduque Francisco Fernando, heredero de la corona austro-húngara, y de su esposa, la archiduquesa Sofía, en Sarajevo el 28 de junio de 1914, dio inicio a las hostilidades, que comenzaron en agosto de 1914, y continuaron en varios frentes durante los cuatro años siguientes.

Durante la Primera Guerra Mundial, las Potencias de la Entente -- Gran Bretaña, Francia, Serbia y la Rusia Imperial (a las que más tarde se unieron ItaliaGrecia, Portugal, Rumania y Estados Unidos) -- lucharon contra las Potencias Centrales: Alemania y Austria-Hungría (a las que más tarde se incorporaron la Turquía Otomana y Bulgaria).

El entusiasmo inicial de todas las partes respecto a una victoria rápida y decisiva se desvaneció cuando la guerra se empantanó en un punto muerto de costosas batallas y guerra de trincheras, particularmente en el frente occidental. El sistema de trincheras y fortificaciones en el oeste se extendió en su punto máximo a 475 millas (764 km), aproximadamente desde el Mar del Norte hasta la frontera suiza, y definieron la guerra para la mayoría de los combatientes norteamericanos y de Europa Occidental. La vasta extensión del frente oriental impedía una guerra de trincheras a gran escala, pero la escala del conflicto era equivalente a la del frente occidental. También hubo intensos combates en el norte de Italia, en los Balcanes y en la Turquía otomana. Los combates tuvieron lugar en el mar y, por primera vez, en el aire.

En abril de 1917, se produjo un cambio decisivo en las hostilidades cuando la política de guerra submarina irrestricta de Alemania sacó a Estados Unidos del aislacionismo y lo llevó al centro del conflicto. Las nuevas tropas y el nuevo material de la Fuerza Expedicionaria Estadounidense (American Expeditionary Force, AEF) bajo el mando del General John J. Pershing, junto con el bloqueo en constante aumento de los puertos alemanes, a la larga ayudaron a cambiar el equilibrio del esfuerzo bélico a favor de la Entente.

Apenas conseguida, esta ventaja para las fuerzas de la Entente fue compensada por los sucesos que tuvieron lugar en el teatro de operaciones oriental de la guerra. Desde comienzos de 1917, Rusia, una de las potencias principales de la Entente, había sufrido una gran agitación. En febrero de ese año, el mal manejo de la guerra por parte del gobierno zarista había contribuido a inspirar un levantamiento popular: la Revolución de Febrero. La revolución forzó la abdicación del zar Nicolás II y puso en el poder un Gobierno Provisional de facciones liberales y socialistas, que a fin de cuentas estaba bajo el mando del miembro del partido Socialista Revolucionario, Alexander Kerensky. Este breve experimento con la democracia pluralista fue caótico y, en los meses del verano, el continuo deterioro del esfuerzo bélico y una situación económica cada vez más calamitosa provocó disturbios por parte de los trabajadores, los soldados y los marinos rusos ("Los días de julio").

El 24 y 25 de octubre de 1917, las fuerzas bolcheviques (izquierda socialista) al mando de Vladimir Lenin tomaron los principales edificios del Gobierno y asaltaron el Palacio de Invierno y luego la sede del nuevo Gobierno en la capital de Rusia, Petrogrado (actual San Petersburgo). La "Gran Revolución Socialista de Octubre", el primer golpe marxista exitoso de la historia, desalojó al ineficaz Gobierno Provisional y finalmente estableció una República Socialista Soviética bajo la dirección de Lenin. Las radicales reformas sociales, políticas, económicas y agrarias del nuevo Estado soviético en los años de la posguerra inquietarían a los gobiernos democráticos occidentales que, temían tanto la expansión del comunismo por toda Europa, que estuvieron dispuestos a transigir o sosegar a regímenes de derecha (incluyendo a la Alemania nazi de Adolf Hitler) en las décadas de 1920 y 1930.

Pero el efecto inmediato de la Revolución Rusa en el escenario europeo fue una brutal y prolongada guerra civil en tierras rusas (1917-1922) y la decisión de los líderes bolcheviques de hacer las paces por separado con la Alemania del Kaiser. Cuando las negociaciones fracasaron totalmente debido a las exigencias alemanas, el ejército alemán lanzó una ofensiva general en el frente oriental, que produjo el Tratado de Paz de Brest-Litovsk el 6 de marzo de 1918.

Pese a los éxitos alemanes (sacar a la Rusia bolchevique de la guerra a fines del invierno de 1918 y llegar a las puertas de París durante el verano), los ejércitos de la Entente repelieron al ejército alemán en el río Marne. En los meses del verano y el otoño de 1918, avanzaron sostenidamente contra las líneas alemanas en el frente occidental ("Ofensiva de los cien días").

Las Potencias Centrales comenzaron a rendirse, comenzando con Bulgaria y el Imperio Otomano, en septiembre y octubre, respectivamente. El 3 de noviembre, las fuerzas austrohúngaras firmaron una tregua cerca de Padua, Italia. En Alemania, el amotinamiento de marinos de la armada en Kiel desencadenó una amplia revuelta en las ciudades costeras alemanas, y en las principales áreas municipales de Hannover, Frankfurt del Meno y Munich. Consejos de trabajadores y soldados, basados en el modelo soviético, iniciaron la llamada "Revolución alemana"; la primera "república de consejos" (Räterrepublik) fue establecida bajo la dirigencia del demócrata social independiente (USPD) Kurt Eisner en Bavaria. El sólido Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), bajo la dirigencia de Friedrich Ebert, veía a los consejos recientemente establecidos como un elemento desestabilizador, y abogaba, en su lugar, por las demandas de la opinión pública alemana de una reforma parlamentaria y paz.

Ningún organismo oficial llevó una cuenta minuciosa de las pérdidas de civiles durante los años de la guerra, pero los estudiosos afirman que 13 millones de no combatientes murieron como consecuencia directa o indirecta de las hostilidades. La mortalidad de las poblaciones de militares y civiles llegó al punto máximo al final de la guerra con el brote de la "gripe española", la más mortífera epidemia de influenza de toda la historia. Como consecuencia del conflicto, millones de personas fueron desarraigadas o desplazadas de sus hogares en Europa y Asia Menor. Las pérdidas industriales y de propiedades fueron catastróficas, especialmente en Francia y Bélgica, donde los enfrentamientos habían sido más intensos.


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