miércoles, 14 de septiembre de 2022

PLATÓN

 


Platón (428/427 - 348/347 a.C.) fue un prominente filósofo griego, conocido por sus Diálogos y por fundar su Academia en Atenas, tradicionalmente considerada la primera universidad del mundo occidental. Platón fue discípulo de Sócrates e incluyó a este como personaje en casi todos sus diálogos, que conforman la base de la filosofía occidental.

De nombre propio Aristocles, fue hijo de Aristón, del demo de Colito, y tuvo dos hermanos, Adimanto y Glaucón, ambos importantes personajes de la República, y una hermana, Potone. Se lo conoce con el sobrenombre “Platón”, el cual, según Diógenes Laercio (aprox. 180-240 d.C.), le dio su entrenador de lucha por sus amplios hombros (en griego, “Platón” significa “ancho”). Pertenecía a una familia aristocrática y con buenas conexiones políticas, por lo que es probable que se haya esperado que se dedicara a la política. Sin embargo, sus intereses se inclinaban más por las artes, y en su juventud escribió obras y posiblemente poesía.

Luego de abandonar sus aspiraciones literarias y comenzar a seguir a Sócrates, incluso durante su juicio y ejecución, Platón escribió las obras filosóficas fundacionales del mundo antiguo, que terminarían influyendo en la cultura mundial. Las tres grandes religiones monoteístas del mundo le deben mucho al pensamiento platónico, sea de manera directa o a través de las obras de su discípulo y amigo Aristóteles (384-322 a.C.), cuyas enseñanzas fueron fieles a la visión de Platón respecto de la importancia de cultivar el alma y mantener un estilo de vida virtuoso, aunque se haya diferenciado en algunos puntos específicos de la filosofía de Platón.

Sócrates y Platón

Cuando tenía alrededor de 20 años, Platón oyó a Sócrates mientras este enseñaba en el mercado y abandonó sus planes de llevar a cabo una carrera literaria como dramaturgo, tras lo cual quemó sus primeras obras y se dedicó a la filosofía.

Es posible que Platón haya conocido a Sócrates, al menos de nombre, desde su juventud. El político ateniense Critias (aprox. 460-403 a.C.) era el primo de la madre de Platón y estudió con Sócrates de joven. Por eso se presume que Sócrates era un visitante usual en la casa de la familia de Platón. Independientemente de esto, no se sugiere nada en los escritos de la antigüedad que indique la existencia de la influencia de Sócrates sobre Platón hasta que este tenía alrededor de 20 años.

Según Diógenes Laercio, Platón iba a competir por el premio en escritura de tragedias en el teatro de Baco cuando “oyó el discurso de Sócrates y quemó sus poemas, diciendo: ‘Volcano, ven aquí, pues Platón requiere tu ayuda’, y desde entonces, según dicen, teniendo ya veinte años, se convirtió en discípulo de Sócrates”. No se sabe mucho con certeza acerca de las actividades de Platón durante los ocho años posteriores, excepto que estudió con Sócrates hasta el juicio y la ejecución de este, acusado de impiedad, en el 399 a.C.

 

La ejecución de Sócrates tuvo un fuerte impacto en Platón, por entonces de 28 años, que abandonó Atenas y viajó por Egipto e Italia, entre otros lugares, hasta regresar a su patria para escribir los diálogos y fundar la Academia. Sus diálogos casi siempre tienen a Sócrates como protagonista, pero aún se discute la veracidad de su representación de las acciones e ideas de Sócrates.

Fedón, contemporáneo de Platón y también discípulo de Sócrates, conocido principalmente por el diálogo platónico que lleva su nombre, acusaba a Platón de expresar sus ideas atribuyéndoselas a Sócrates y de inventar situaciones dramáticas en sus diálogos. Otros filósofos y escritores de la época han cuestionado la fidelidad de la representación que Platón hace de Sócrates, pero parecen coincidir en que Platón era un hombre de gran seriedad con ideas muy sofisticadas y difíciles de comprender.

Críticos de Platón

A pesar de que fue respetado como un filósofo de gran talento durante su vida (fue secuestrado y rescatado por un alto precio al menos en dos ocasiones), de ninguna manera la admiración por él era unánime. El valor de la filosofía de Platón fue cuestionado con mayor ferocidad por el filósofo cínico Diógenes de Sinope, quien consideraba que Platón era arrogante, elitista y un farsante.

Cuando Platón definió al ser humano como un animal bípedo sin plumas, se dice que Diógenes desplumó una gallina y la exhibió en el aula de Platón, gritando: “Aquí está el hombre de Platón”. Se dice que Platón respondió que su definición debería ser revisada, pero es probable que admitir su error ante una crítica se haya tratado más de una excepción que de la regla. Más allá de las críticas, sin embargo, Platón tuvo un enorme impacto en sus contemporáneos y aquellos que lo siguieron.

Diálogos de Platón

Los diálogos Eutifrón, Apología, Critón y Fedón suelen recogerse bajo el título Los últimos días de Sócrates , un drama de cuatro actos que muestra a Sócrates antes, durante y después del juicio ante el tribunal ateniense. I.F. Stone elogia la Apología describiéndola como “una obra maestra de la literatura mundial, modelo de alegato judicial y la más grandiosa obra griega en prosa que nos ha llegado. Alcanza un clímax que nunca deja de conmovernos”, y ciertamente Stone no es el único que opina de esta manera.

La Apología es considerada universalmente el comienzo de la filosofía occidental. Eutifrón, aunque se lo suele pasar por alto, prepara lo que ocurrirá en la Apología al mismo tiempo que aporta una mirada acerca de los valores que es posible que haya tenido Sócrates y la manera en la que los impartía. Quizás la intención de Platón fue demostrar por qué Sócrates fue enjuiciado en primer lugar, ya que el joven fundamentalista Eutifrón difícilmente causaba problemas con sus creencias y, sin dudas, el proceso que deseaba iniciar contra su propio padre habría sido rechazado. Eutifrón creía con fervor en los dioses griegos, y Sócrates le demostró rotundamente que sus creencias eran incoherentes e incompletas, por lo que este diálogo posiblemente demuestre las motivaciones detrás de las acusaciones de “corromper a los jóvenes” que pesaban sobre él.

En la Apología, Platón transcribe el discurso fundacional de Sócrates (verídico o inventado por aquel) mediante el cual resalta la importancia del derecho del filósofo (o de cualquier persona) de defender sus convicciones personales frente a la opinión de la sociedad. Al defenderse de las acusaciones injustas de sus denunciantes, Sócrates dice:

Atenienses, los respeto y los amo, pero obedeceré al dios antes que a ustedes, y mientras siga en vida y con fuerzas, jamás cesaré de practicar y enseñar la filosofía, aconsejando a quien sea que encuentre y diciéndole: Amigo mío, ¿por qué, siendo ciudadano de la grandiosa, poderosa y sabia ciudad de Atenas, estás tan obsesionado con aumentar tu fortuna, tus honores y tu reputación, y tan poco te importan la sabiduría, la verdad y la grandeza de espíritu? ¿No te avergüenza? Y si este me responde y dice que sí le importan, no lo dejaré, sino que lo interrogaré y lo examinaré una y otra vez, y si pienso que carece de virtud mientras dice poseerla, lo reprocharé por despreciar las cosas más valiosas y tener en mayor estima aquellas que valen menos. Y esto se lo diré a todo aquel que encuentre, joven y viejo, ciudadano o extranjero, pero principalmente a los ciudadanos, pues compartimos la sangre. Quiero que sepan que esta es la orden del dios; y creo que jamás le ha ocurrido a esta ciudad algo mejor que mi servicio al dios. No hago más que persuadirlos, a jóvenes y ancianos por igual, de que antes que su cuerpo y sus posesiones cuiden primero y ante todo la grandeza del espíritu. Les digo que no viene del dinero la virtud, sino de la virtud el dinero, y todos los demás bienes del hombre, públicos y privados. Esta es mi enseñanza, y si ella corrompe a los jóvenes, mi influencia es en efecto ruinosa. Pero si alguien dice que no es esto lo que enseño, no está diciendo la verdad. Por eso, atenienses, les digo: hagan lo que exige Ánito o no hagan lo que dice Ánito, absuélvanme o no; pero sepan que, sea lo que sea que hagan, jamás actuaré de otra manera, aunque debiera morir muchas veces más. (29d-30c)

Este discurso ha inspirado a activistas, revolucionarios y muchos otros durante los últimos dos mil años, pero no tendría ningún valor si Sócrates no hubiera decidido arriesgar su vida por sus convicciones. Critón también muestra a Sócrates de esta manera, puesto que trata de las leyes y de cómo un ciudadano debe obedecerlas aun cuando esté en desacuerdo con ellas.

Critón, amigo de Sócrates, le sugiere que escape y le ofrece los medios para hacerlo, pero Sócrates rechaza la propuesta, argumentando que el trabajo de su vida no valdría de nada si él intentara evadir las consecuencias de sus palabras y acciones. Este diálogo, que se desarrolla en la celda de la prisión en la que Sócrates espera la ejecución, anticipa el acto final del drama, el Fedón de Platón, en el que Sócrates intenta demostrar la inmortalidad del alma.

Platón deja en claro en el diálogo que él mismo no estaba presente ese día y hace que el personaje principal, Fedón, relate los eventos de las últimas horas de la vida de Sócrates, dedicadas completamente al debate filosófico con sus discípulos. En el diálogo, el personaje de Sócrates dice en un momento:

“Regresaré a aquello de lo cual hemos conversado tantas veces, y comenzaré asumiendo que existe lo bello en sí, lo bueno en sí y lo grande en sí, y así todas las cosas. Si me concedes esto y admites que existen, espero poder enseñarte mi causa y descubrir que el alma es inmortal”. (100b).

Si el lector le concede esto a Sócrates, entonces, efectivamente, se prueba que el alma es inmortal. En cambio, si no se hace esta concesión, no queda probado. Ciertamente, asumir que existen “una grandeza y un bien absolutos” puede resultar pretencioso, y los diálogos de Platón, independientemente de su temática, a menudo dan la impresión de tratarse de intentos de probar la verdad de lo que Sócrates le pide a la gente que le conceda.

La búsqueda de la verdad

Los diálogos de Platón en su totalidad versan sobre la búsqueda de la verdad y el descubrimiento del bien. Platón argumentaba que existe una verdad universal que los seres humanos deben reconocer y perseguir. Esta verdad, según él, se encontraba en el mundo de las ideas. La teoría de las ideas de Platón dice, en pocas palabras, que existe un plano de la verdad más alto, y que el mundo que percibimos con los sentidos es un mero reflejo de este.

Cuando uno ve un caballo y lo considera hermoso, uno reacciona de acuerdo con la correspondencia entre ese caballo específico del plano material y la “idea de la belleza” del reino de las ideas. Para reconocer la idea de la belleza, primero hay que darse cuenta de que el mundo que percibimos es solo una ilusión o un reflejo, y que lo que consideramos “bello” en este mundo no es bello en sí, sino que es bello en tanto y en cuanto participa de la “idea de la belleza” (un concepto examinado luego en la famosa “alegoría de la caverna” en el libro VII de la República). Este concepto central del pensamiento platónico es una refutación de la afirmación del sofista Protágoras, que decía que “de todas las cosas, el hombre es la medida”, es decir, que la realidad está sujeta a la interpretación individual. Platón rechazaba tajantemente esta afirmación, y pasó toda su vida intentando refutarla en su obra.

El viejo dicho de que “la belleza depende de quien la mira” habría sido completamente inaceptable para Platón. Si una persona dice que un caballo es bello y otra persona dice que no lo es, entonces uno de ellos debe estar en lo cierto y el otro debe estar errado, puesto que no podrían estar ambos en lo correcto. Según Platón, el que está en lo correcto es aquel que entiende y reconoce la idea de la belleza expresada en ese caballo en particular. Al afirmar esto, Platón antagoniza con Protágoras, que decía que “el hombre es la medida de todas las cosas”, y parece ser que esa era su intención. Platón dedicó la mayor parte de su vida a intentar probar la existencia del mundo de las ideas y refutar el relativismo de Protágoras, incluso en el último diálogo que escribió, las Leyes.

En toda la obra de Platón, el punto que se repite constantemente es que existe una verdad que el hombre debe reconocer y alcanzar, y que uno no puede simplemente creer en lo que uno quiera (de nuevo, un ataque directo a Protágoras). A pesar de que nunca demostró categóricamente la existencia de las ideas, su ejemplo inspiró a muchos filósofos y escritores posteriores, de los cuales es célebre Plotino, reconocido como el fundador de la escuela neoplatónica y pensador muy influyente en los inicios del cristianismo.

La influencia de Platón

Fue el primer autor que escribió tratados en forma de diálogos, como nos cuenta Favorino en el octavo libro de su Historia Universal. También fue la primera persona que introdujo el método analítico de la investigación, que enseñó a Leodamas de Tasos. También fue el primer filósofo que habló de las antípodas, los elementos, la dialéctica, las acciones (poiêmata), los números oblongos, los planos y la providencia de Dios. Fue asimismo el primer filósofo que contradijo la afirmación de Lisias, hijo de Céfalo, lo cual relató palabra por palabra en su diálogo Fedro. Y fue la primera persona que examinó el conocimiento gramatical de manera científica. Debido a que polemizó con casi todos los que habían vivido antes de su tiempo, existe el interrogante de por qué jamás mencionó a Demócrito. (Vidas, XIX)

En este pasaje, Diógenes Laercio básicamente asegura que Platón contradijo o profundizó todas las teorías aceptadas que hubo antes de él. El reconocimiento de su influencia en el mundo hasta el presente se resume en la afirmación del filósofo del siglo XX Alfred North Whitehead: “La descripción general más segura de la tradición filosófica europea es que esta se reduce a una serie de notas al pie de página de las obras de Platón”.

Esta influencia posiblemente sea más evidente en su diálogo más famoso, la República. El profesor Forrest E. Baird dice: “Hay pocos libros que hayan tenido tanto impacto en la civilización occidental como la República de Platón; además de la Biblia, quizás ninguno” (Ancient Philosophy, 68). Algunos pensadores, como Karl Popper, han acusado a esta obra de ser un tratado en favor del fascismo, mientras que otros la han elogiado afirmando que se trata de una obra elocuente y enriquecedora, como Bloom y Cornford. El diálogo comienza con una reflexión sobre qué significa la justicia y prosigue hasta desarrollar la idea del Estado ideal y perfecto. A lo largo de la obra, las ideas de Platón acerca de la verdad, la belleza, el bien y la justicia son discutidas y desarrolladas por Sócrates y sus interlocutores.

Mientras que tradicionalmente se ha entendido a esta obra como un intento de Platón por definir su modelo de sociedad perfectamente justa y eficiente, a menudo se pasa por alto un detalle, que es que el personaje de Sócrates expresa claramente en el libro II, 369 que el objetivo de la creación de esta “ciudad” es entender mejor la función del “alma” perfecta. Es decir, no discuten acerca de una entidad política y social de realidad efectiva, sino que lo hacen como metáfora para que el lector reconozca las fortalezas y debilidades de sí mismo.

El joven poeta y dramaturgo Aristocles siempre estuvo presente en la elaboración de las obras de la etapa adulta de Platón como filósofo, por lo que, en todos los diálogos, es necesario que el lector tenga el mismo detenimiento que tendría si estuviera leyendo un poema. A diferencia de su famoso discípulo Aristóteles, Platón nunca expresaba con claridad el significado de un diálogo al lector, por lo que este debe confrontar las verdades que el diálogo presenta de manera individual. Esta combinación de talento artístico con abstracción filosófica es lo que ha asegurado que perdure el valor de Platón como filósofo y artista.

El legado de Platón y Aristóteles

A pesar de que Aristóteles no estaba de acuerdo con la teoría de las ideas de Platón, así como con muchos otros aspectos de su filosofía, el impacto de su maestro en él fue profundo, principalmente en cuanto al énfasis que ponía sobre cómo vivir una vida correcta y cuál es el camino adecuado en la vida, lo cual se percibe con mayor claridad en la obra de Aristóteles Ética a Nicómaco. Más tarde, Aristóteles instruiría a Alejandro Magno, lo cual contribuiría a que se difundiera la filosofía iniciada por Platón por todo el mundo conocido.

Platón murió a los 80 años en el 348/7 a.C., y el liderazgo de la Academia quedó en manos de su sobrino Espeusipo. Según la tradición, la Academia perduró alrededor de 1000 años como un faro del conocimiento superior hasta que fue clausurada por el emperador cristiano Justiniano en el 529 d.C. en un intento de suprimir la herejía del pensamiento pagano. Sin embargo, las fuentes antiguas narran que la Academia fue profundamente dañada en la primera guerra mitridática en el 88 a.C. y casi completamente destruida durante el saqueo de Atenas por parte del dictador romano Sila en el 86 a.C. Aun así, parece que alguna versión de la Academia sobrevivió hasta ser cerrada por los fanáticos adherentes de la nueva religión cristiana.

La Academia de Platón era un jardín arbolado cerca de su casa, no una “universidad” como uno la imaginaría en el presente, por lo que sufrió diversos cambios tanto antes como después de que se estableciera la escuela de Platón allí, y es probable que haya sido un centro de aprendizaje por varios siglos.

 

El escritor romano Cicerón afirma que Platón ni siquiera fue el primero en enseñar en los jardines de la Academia, sino que Demócrito (aprox. 460 a.C.) fue su fundador original y dirigió una escuela filosófica en sus inmediaciones. También se sabe que Simplicio fue el director de una escuela en los jardines, conocida aún en ese entonces como la Academia, en el 560 d.C. Aun así, en la actualidad el sitio es conocido y honrado como la Academia de Platón, lo cual refleja la importancia e influencia de este filósofo y el respeto por su legado.

1 comentario:

MARIA ANDREA INFANTE CARMONA dijo...

me parece interesante por que siempre he dicho que hay que tener amor y conocimiento propio para entender y poder dar una opinion o concluir algo. El amor a uno mismo y a la vida nos lleva descubrir nuevos ideales y personalidades siempre y cuando tengamos una buena capacidad de entendimiento y tolerancia para escuchar opiniones delos demas