1. Introducción
Compararse
con los demás es algo natural en el ser humano, pero puede tener dos caminos:
- Comparación negativa: genera frustración,
envidia, baja autoestima y sensación de inferioridad.
- Comparación positiva: inspira, motiva, enseña y
ayuda a mejorar desde un lugar sano.
Lo
importante es aprender a valorar la propia historia y proceso,
entendiendo que cada persona tiene ritmos, talentos y contextos diferentes.
“La única
comparación justa es contigo mismo: quién eras ayer y quién puedes ser mañana.”
Actividad 1: Mis comparaciones frecuentes
- Escribe tres situaciones en
las que te comparas con los demás (ejemplo: estudios, apariencia,
habilidades, logros).
- Reflexiona: ¿esa comparación
me ayuda o me afecta?
Actividad 2: Yo frente a mí mismo
- Haz una lista de 5
aspectos en los que he mejorado en el último año (ejemplo: más
disciplina, mejor comunicación, más paciencia).
- Marca el que consideres tu logro
más significativo.
Actividad 3: Redefiniendo la comparación
- Piensa en una persona a la
que sueles admirar o compararte.
- Responde:
- ¿Qué cualidad o logro de
esa persona me inspira?
- ¿Cómo puedo convertir esa
comparación en una fuente de aprendizaje en lugar de frustración?
Actividad 4: Ética de la comparación
Responde
por escrito:
- ¿Qué riesgos éticos tiene
compararse con los demás sin reconocer la propia dignidad?
- ¿Cómo puede la comparación
positiva contribuir a mi crecimiento personal y al respeto hacia otros?
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