martes, 13 de agosto de 2024

Antecedentes y desarrollo de la Segunda Guerra Mundial

 La Primera Guerra Mundial finalizó con la firma de diversos acuerdos político-militares que establecieron formalmente las ganancias de los vencedores y las pérdidas de los vencidos. El más importante fue el Tratado de Versalles, firmado el 28 de junio de 1919, en el cual se establecieron las reparaciones económicas y morales que Alemania debía a los otros países, así como el desarme y las fronteras.

Las reglas diplomáticas y de guerra, desde tiempo atrás, habían establecido que en la firma de la paz debían intervenir las dos partes en conflicto; sin embargo, en las negociaciones de este tratado sólo intervinieron las naciones imperialistas vencedoras con el objeto de distribuirse libremente los saldos del conflicto, según se trató en el tema 4.

La tarea entonces fue la reconstrucción de Europa y la consolidación de la paz; por tanto, las naciones buscaron puntos de acuerdo para que una confrontación de esta magnitud se volviera a presentar

Ante la situación de crisis de la mayoría de los países europeos, pues la industria fue desmantela da y destinada a la producción de artículos para la guerra, la mayoría de los estados europeos tuvieron que pedir préstamos a Estados Unidos para invertir en las industrias y en la reconstrucción de sus ciudades lo que le permitió a este consolidarse como líder en el nuevo orden mundial.

En el ámbito político 

Con la culminación de la guerra se esperaba la consolidación de la democracia, pero no ocurrió así. La crisis fue un factor constante en la dinámica europea, solo algunos Estados continuaron con sistemas democráticos parlamentarios, en otros aparecieron dictaduras como es el caso de España, Portugal, Bulgaria y Grecia.

La demarcación de las fronteras que se propuso en el Tratado de Versalles, desconoció los nacionalismos, situación que llevó a confrontaciones por la demarcación de nuevas fronteras, a la predicación de un nacionalismo más apasionado, a declarar la supremacía de algunas nacionalidades llevando al racismo y a la intolerancia social.

Surgieron nuevos estados en Europa Central, como resultado de la disolución del imperio austrohúngaro: Checoslovaquia, Yugoslavia, Austria y Hungría, los dos primeros hoy desintegrados por las pugnas nacionalistas que se dieron en su interior

Crisis económica 

Antes de la Primera Guerra, la industria europea se encargaba de proveer el resto de mundo con las materias primas provenientes del resto del mundo. Con la guerra, la industria cambió significativamente, puesto que todos los esfuerzos se encaminaron en la producción de armamento.

Cuando finalizó la guerra, Europa necesitó de materias primas y alimentos para reactivar su industria y lo que encontró es que otros países. En este tiempo, se habían fortalecido económicamente y controlaban los mercados que antes eran europeos, e incluso producían artículos que compraba a los europeos. Las nuevas potencias económicas eran Estados Unidos y Japón.

Aunque muchos fueron los esfuerzos, las economías europeas no lograron mantener los márgenes de producción y esta terminó en la crisis de 1929. La parálisis de la industria europea rápidamente se tradujo en el despido de los trabajadores, las protestas y las huelgas de los campesinos y los trabajadores y las medidas de emergencia como el nacionalismo económico.

Nación y nacionalismo 

Durante el siglo XIX se desarrollaron dos corrientes ideológicas que permitieron grandes cambios en la vida política de Europa y que alimentaron el nacionalismo: el liberalismo y el romanticismo. Para el liberalismo, la nación era el conjunto de ciudadanos que estaban regidos por la soberanía colectiva, lo cual les permitía ser un Estado, ya que cada ciudadano podía identificarse con este. 

Para el romanticismo, la nación era el espíritu del pueblo, que se expresaba en la lengua, el arte, las tradiciones y que llevaba a los pueblos a conocer la historia que le daba carácter a su pueblo.

La organización territorial para Europa, propuesta en el congreso de Viena en 1815, dejó en los pueblos un sentimiento de inconformismos que se manifestó en una oleada revolucionaria que estimuló el sentimiento nacional. Producto de estas revoluciones y ligados al liberalismo se constituyen dos importantes Estados: Bélgica que se independizó de Holanda y Grecia, quien se liberó de los turcos. Mientras que la unificación de Alemania e Italia se relaciona con el romanticismo.


 

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