Aunque el Imperio
Bizantino en su apogeo llegó a abarcar territorios de tres continentes (Europa,
Asia y Africa), esto sólo ocurrió durante algunos períodos de tiempo
relativamente cortos, entre el siglo VI y VII. De resto, su ámbito de poder se
concentró durante varios siglos entre la península de Anatolia y la península
de los Balcanes, hasta quedar reducido en sus últimos años prácticamente a la
ciudad de Constantinopla, que más tarde cayó en poder de los turcos.
La península de Anatolia
Los antiguos romanos
solían denominar a la península de Anatolia simplemente con el nombre de Asia.
La región, que tiene
una extensión de 450.000 km2 aproximadamente, está regada por numerosos
ríos, tales como el Kizilirmak y el Buyuc Men-deres, que desembocan en el mar
Negro y en el Mediterráneo, respectivamente. Del lago Keban, en las montañas
del oriente de Anatolia, también nacen el Tigris y el Eufrates, que al
dirigirse al sureste originaron la brillante civilización meso-potámica.
Anatolia está
conformada por una gran meseta central provista de 26 hermosos lagos y rodeada,
por el sur, por los montes Tauro, que dan al Mediterráneo, y por el norte, a
lo largo de la costa del mar Negro, por la cordillera Póntica.
En la península abundan
los árboles frutales lo mismo que las ovejas y las cabras, por lo que muchos de
los habitantes de la región aún en nuestros días se dedican al pastoreo.
En la actualidad, el
territorio de Anatolia corresponde a la República de Turquía, cuya capital es
Estambul, ubicada en el
estrecho del Bosforo y repartida entre Europa y Asia, continentes que allí se
unen por medio del gran puente del Bosforo.
Una península con historia
Desde los tiempos de la
Biblia, Anatolia ha jugado un papel protagónico en la historia de la humanidad.
En el Antiguo Testamento, por ejemplo, encontramos numerosas referencias a
Anatolia y a sus gentes, desde Noé, cuya arca se cree que se posó sobre el
monte Ararat, hasta Abraham, que procedía de Ur, hoy Edesa.
Los
acontecimientos históricos en Anatolia, sin embargo, comienzan con mucha anterioridad
a los hechos bíblicos. En una cueva de la región de Yarimburgaz, cerca de la
ciudad de Estambul (antigua Constantinopla), unos arqueólogos descubrieron en
1.987 los restos humanos más antiguos del mundo, exceptuando los de Africa.
La península de los Balcanes
La
península de los Balcanes se encuentra ubicada en el extremo oriental de
Europa.
Situada
al sur del río Danubio, la península se encuentra bañada por cuatro mares:
Adriático, Jónico, Egeo y Negro. En su parte norte, el territorio es compacto y
posee clima continental, y en la parte sur, o meridional, el suelo es más
fragmentado y su clima es mediterráneo.
Los
Balcanes, palabra turca que significa montañas, poseen un relieve muy variado,
motivo por el cual en su suelo se han desarrollado pueblos con grandes
diferencias entre sí, tanto étnicas como culturales, religiosas, sociales y políticas.
En
la actualidad, la península de los Balcanes presta su superficie a cuatro
países: Yugoslavia, Albania, Grecia y Bulgaria, que, como en el pasado, guardan
entre sí una gran variedad de características diferentes, así:
• En lo étnico y cultural: las distintas
áreas de la región están habitadas por grupos germanos, eslavos y
mediterráneos.
• En lo religioso: su población está
equilibrada-mente repartida entre católicos, cristianos ortodoxos y musulmanes.
• En lo político: hay sistemas de
gobierno socia-lista y capitalista.
La península de la cultura occidental
Como
la de Anatolia, también la península de los Balcanes ha sido habitada por
legendarios pueblos y civilizaciones que han pasado a la historia como los
creadores de la cultura occidental.
Por
lo que hasta ahora se sabe, los primeros asentamientos humanos en la península
se produjeron hacia el año 3.000 a. de C. Se ubicaron en las zonas costeras y
en las islas del Peloponeso. Cultivaban especialmente la vid y el olivo.
Principalmente
en la isla de Creta, al mismo tiempo se desarrolló una próspera civilización
que extendió su influencia por todo el mar Egeo. Esta cultura es conocida con
el nombre de minoica. Luego la siguieron las civilizaciones micénica y dórica,
después de las cuales surgió la Grecia clásica, en donde se gestó la cultura de
occidente.
Hacia
el siglo I a. de C, Grecia fue convertida en provincia de Roma, y en el siglo
IV pasó a formar parte del Imperio Romano de oriente, del cual surgió más tarde
el Imperio Bizantino.
Orígenes del Imperio Bizantino
El
primer acontecimiento de gran trascendencia para la formación del Imperio
Bizantino fue la fundación de la ciudad de Constantinopla, antes Bizancio, el
11 de mayo del año 330. Su gran desarrollo se debió en gran parte a su
privilegiada situación geográfica.
A
partir del año 395 y hasta el 518, el Imperio Bizantino fue gobernado por la
dinastía de Teodosio, quien fue indirectamente su creador, al dividir en dos el
antiguo Imperio Romano.
Un gobernante extraordinario
Después
de la caída del Imperio Romano de occidente, los gobernantes de oriente, o
bizantinos, añoraban los tiempos en los que el Imperio Romano dominaba todo el
mar Mediterráneo. Uno de estos emperadores fue Justiniano, hombre de grandes
iniciativas y genio extraordinario quien hizo volver a brillar, aunque por
breve tiempo, el gran poder del Imperio Romano.
Justiniano,
quien fue el más grande de los emperadores de oriente, llegó al trono en el año
527, a los 45 años de edad. Aunque hijo de campesinos, tuvo una excelente
formación gracias al apoyo de su tío, el emperador Justino.
Justiniano,
que se destacó por su talento, también supo rodearse de colaboradores extraordinarios
que contribuyeron al éxito de su gobierno, entre quienes se destacaron
Belisario, que fue el estratega más importante de su siglo, Narsés, general y
brillante político, y Triboniano, gran jurista, quien supo llevar a cabo la
reforma de las leyes.
Durante
su gobierno, Justiniano se ocupó de adecuar, recopilar y ordenar las leyes
elaboradas durante siglos por los romanos. Esta gran obra, recibió el nombre de
Código de Derecho Civil.
La expansión bizantina
Justiniano
quiso recuperar para Bizancio el territorio correspondiente al antiguo Imperio
Romano.
Estaba
convencido de que así como el mundo cristiano tenía una sola religión y una
sola iglesia, también debía tener una única autoridad política: el emperador
bizantino.
Con
estas ideas inició la reconquista de occidente: derrotó a los vándalos de
Africa, ocupó Sicilia, conquistó el sur de España, arrojó a los ostrogodos de
Italia y se apoderó de su capital, Ravena.
Justiniano
murió en el 565, año en que concluyó uno de los períodos más brillantes de la
larga historia bizantina.