domingo, 8 de junio de 2025

CRISIS DEL EIMPERIO ROMAN0

 

TALLER GRADO SEPTIMO

¡El imperio agoniza! era el grito que parecía escucharse por todos los territorios dominados, en otros tiempos, por la gran Roma. El esplendor de la civilización mediterránea, impulsado por esta ciudad, llegaba, al rededor de los siglos III y IV d.C. a su nivel más bajo.

Entre los habitantes del imperio, unos señalaban a los bárbaros como culpables de la caída, otros la atribuían a los errores de los propios gobernantes y otros más al enojo de los antiguos dioses, celosos de haber sido sustituidos por el Dios de los cristianos. Quienes así pensaban no disponían de la explicación que hoy la historia ofrece: no fue un problema único el que hizo desplomarse al gran Imperio Romano, sino varios, de los cuales unos fueron muy grandes y decisivos.

El conjunto de esos problemas y desajustes con firma el estado del periodo de crisis, cuyo desenlace

sería la ruina final del propio imperio. Por una parte, estaban los problemas que aquejaron al Imperio Romano desde "adentro", es decir, los factores internos. Por otra, los que afectaron a la organización imperial desde "afuera" de sus fronteras, es decir, los factores externos.

Factores internos Uno de los factores internos que más influyó en la desestabilización del imperio fue la crisis agrícola. Como la agricultura era la base principal de la economía, con su decadencia se venían abajo las otras actividades esenciales para el imperio.

La vida de las ciudades se vio afectada, pues esta crisis impulsó a los ricos gobernantes a retirarse a sus propiedades del campo para vigilar de cerca su administración y, de esta manera, asegurar el alimento para su subsistencia, movimiento que provocó el abandono de los centros urbanos.

Al escasear los alimentos básicos, sus precios se elevaron enormemente. Con ello, los pocos recursos con los que disponía el ciudadano común se redujeron de manera que, en los primeros años de la crisis, apenas le alcanzaban para sobrevivir.

Como el alza de los productos iba en aumento, al igual que la escasez, cada día se podía comprar menos; y por ello, la gran mayoría de los romanos se vieron, repentinamente, empobrecidos en extremo. Muchos ciudadanos libres emigraron también al campo para ofrecerse como esclavos al servicio de las villas de los propietarios adinerados, acentuando así el abandono de las ciudades.

Entre la gran variedad de problemas que se manifestaron como parte de una misma crisis sobresalen también los relacionados con el ejército romano. Los jefes de ese cuerpo guerrero fueron, poco a poco, acumulando poder no sólo en el ámbito militar que les era propio, sino que adquirieron autoridad en el mismo gobierno del Imperio. Pero los intereses entre los jefes militares más influyentes en la dirección muchas veces eran contrarios, y así se suscitaron conflictos políticos que, al agudizarse, generaron guerras internas. Estas terminaron por debilitar, aún más, el frágil equilibrio del imperio.

Pero las luchas internas, con todo y ser destructivas, no propiciaron la disolución del imperio tan directamente como los gastos generados por el enorme ejército y por los miles de funcionarios civiles encargados de administrar los asuntos imperiales que resultaban, a veces, inútiles.

En el esquema de esta página presenta la relación del conjunto de los factores internos que influyeron directamente en la decadencia del Imperio Romano.

Por otra parte, en las regiones occidentales del imperio, en lo que hoy es Europa Occidental, las consecuencias internas de la crisis se resistieron con mayor fuerza. Ello impulsó al emperador Constantino a trasladar la sede de su gobierno, de Roma en el Occidente, a Bizancio en el Oriente, ciudad que tomó el nombre de Constantinopla.

Oriente se convirtió en el centro político y económico del imperio, y esto provocó un abandono del Imperio Romano de Occidente, que se manifestó en el descuido de sus defensas fronterizas; con ello se abrió el camino para la irrupción del factor externo decisivo: las invasiones bárbaras.



Factores externos

Entre los factores externos que más influyeron en la decadencia del Imperio Romano se encuentran la pérdida de expansión territorial, que trae como consecuencia la disminución del número de esclavos para trabajar y las invasiones de los llamados grupos bárbaros.

Invasiones de los “bárbaros”

Hacia los siglos III y IV, Europa y Asia fueron testigos de grandes movimientos de pueblos que, desplazándose de sus lugares de origen y recorriendo enormes distancias, ocuparon, muchas veces por la fuerza, las tierras cercanas al Imperio Romano.

Aunque no se sabe con certeza el origen de estas migraciones, algunos historiadores suponen que en Europa y en Asia se resistieron los efectos de cambios climáticos, los cuales provocaron sequías, pérdidas de las cosechas, que tuvieron como resultado la hambruna de esas regiones. Estas catástrofes habrían obligado a los pueblos de Asia Central a moverse en busca de mejores tierras y más alimentos.

Los hunos, por ejemplo, pueblos terribles por su crueldad en la guerra, se movilizaron en tres direcciones partiendo del Asia Central, su lugar de origen: hacia el oriente llegaron a China, al sur acosaron con firmeza a los pueblos de la India y, por último, al occidente chocaron con los límites del Imperio Romano y con algunos grupos no menos aguerridos: los germanos.

La presión ejercida por las tropas de los hunos sobre los pueblos germánicos de Europa Oriental provocó que estos, huyendo del peligro, se desplazaran hacia Occidente, es decir, que iniciaran la migración rumbo a las fronteras del Imperio Romano, las mismas que posteriormente cruzarían. Pero este empuje no fue la única razón de las migraciones, los bárbaros como los germanos tuvieron sus propios motivos para invadir el Imperio, pues desde tiempos atrás se habían acercado poco a poco al territorio romano, atraídos por el comercio de objetos de lujo y de esclavos.

Historiadores de la Antigüedad, que afirmaban que las invasiones germánicas habían sido devastadoras para la vida del Imperio Romano, veían en ellas solamente aspectos negativos.



En épocas recientes se han visto algunos elementos positivos del avance bárbaro sobre Roma. Algunos historiadores afirman que, aun tomando en cuenta los destrozos causados a la organización política del Imperio Romano, los invasores bárbaros deseaban conservar la grandeza del territorio que comenzaban a poblar, debido a la profunda admiración que sentían por la cultura del Imperio.

La llegada de los bárbaros, unida a los problemas que vivía la organización política de Roma marcaron el inicio de la ruptura y caída del Imperio Romano.

Reinos bárbaros

La organización política del Imperio Romano de Occidente se había desmoronado bajo el peso de la crisis y de los problemas anteriormente tratados, pero los conocimientos y experiencias de la cultura latina, acumulados en varios siglos de dominio del mundo mediterráneo siguieron a flote gracias al impulso de la tradición cultural de Roma que impulsó el surgimiento de una nueva etapa en la historia europea: la Edad Media.

Quienes recibieron la encomienda de rescatar y continuar la herencia de Roma fueron los pueblos germanos, y la forma que utilizaron para llenar el vacío dejado tras la derrota del imperio fue la fundación de pequeños Estados conocidos como reinos bárbaros, que adoptaron el sistema monárquico a la usanza romana. Ellos continuaron con la costumbre de división de la tierra, el trabajo agrícola; además se establecieron en regiones marcadas antes por la división provisional del Imperio Romano. Dichos reinos se establecieron en las regiones marcadas anteriormente por la división provincial del Imperio Romano y se conocieron con el nombre del pueblo germano que los fundó: burgundios, visigodos y francos entre otros.

Hacia la fragmentación

La poca experiencia de los germanos para administrar grandes territorios y poblaciones numerosas impidió que sus reinos sobrevivieran por sí solos, pero estimuló a los reyes y a sus cortes para apoyarse en las anteriores organizaciones romanas.

Así, los monarcas bárbaros adoptaron desde los títulos de poder romano hasta las formas más complejas de organización, por ejemplo, para los repartos de tierras, dándose una convivencia pacífica con los nuevos pobladores germánicos. Como lo afirma el historiador Perry Anderson, las sociedades de los primeros reinos germánicos se presentaban como sociedades duales.

En ellas los elementos romanos prevalecieron sobre las innovaciones germánicas; la lengua que se hablaba era el latín, con muy pocos elementos de las lenguas bárbaras; el derecho romano se utilizó como base de convivencia entre las poblaciones romanas y germana.



ACTIVIDAD

1.       Resalta las palabras desconocidas y busca su significado.

2.       magina que eres periodista en el Imperio. Escribe una entrevista ficticia con un ciudadano romano afectado por la crisis. Haz al menos 5 preguntas y responde como si fueras él o ella.

3.       Crea una ficha con 10 palabras clave del texto (por ejemplo: agricultura, bárbaros, emperador, esclavos…). Escribe su definición y un dibujo simbólico. Recórtalas como si fueran piezas de un rompecabezas de conceptos.

4.       Dibuja tu propio reino bárbaro basado en lo que aprendiste. Dale un nombre, una bandera, y representa su organización política, social y económica. Acompaña el dibujo con una breve descripción escrita.

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