TALLER GRADO SEPTIMO
¡El imperio agoniza! era el grito que parecía
escucharse por todos los territorios dominados, en otros tiempos, por la gran
Roma. El esplendor de la civilización mediterránea, impulsado por esta ciudad,
llegaba, al rededor de los siglos III y IV d.C. a su nivel más bajo.
Entre los habitantes del imperio, unos
señalaban a los bárbaros como culpables de la caída, otros la atribuían a los
errores de los propios gobernantes y otros más al enojo de los antiguos dioses,
celosos de haber sido sustituidos por el Dios de los cristianos. Quienes así
pensaban no disponían de la explicación que hoy la historia ofrece: no fue un
problema único el que hizo desplomarse al gran Imperio Romano, sino varios, de los
cuales unos fueron muy grandes y decisivos.
El conjunto de esos problemas y desajustes con firma
el estado del periodo de crisis, cuyo desenlace
sería la ruina final del propio imperio. Por
una parte, estaban los problemas que aquejaron al Imperio Romano desde "adentro",
es decir, los factores internos. Por otra, los que afectaron a la organización imperial
desde "afuera" de sus fronteras, es decir, los factores externos.
Factores internos Uno de los factores internos
que más influyó en la desestabilización del imperio fue la crisis agrícola.
Como la agricultura era la base principal de la economía, con su decadencia se
venían abajo las otras actividades esenciales para el imperio.
La vida de las ciudades se vio afectada, pues
esta crisis impulsó a los ricos gobernantes a retirarse a sus propiedades del
campo para vigilar de cerca su administración y, de esta manera, asegurar el
alimento para su subsistencia, movimiento que provocó el abandono de los
centros urbanos.
Al escasear los alimentos básicos, sus precios
se elevaron enormemente. Con ello, los pocos recursos con los que disponía el
ciudadano común se redujeron de manera que, en los primeros años de la crisis,
apenas le alcanzaban para sobrevivir.
Como el alza de los productos iba en aumento,
al igual que la escasez, cada día se podía comprar menos; y por ello, la gran
mayoría de los romanos se vieron, repentinamente, empobrecidos en extremo. Muchos
ciudadanos libres emigraron también al campo para ofrecerse como esclavos al
servicio de las villas de los propietarios adinerados, acentuando así el
abandono de las ciudades.
Entre la gran variedad de
problemas que se manifestaron como parte de una misma crisis sobresalen también
los relacionados con el ejército romano. Los jefes de ese cuerpo guerrero
fueron, poco a poco, acumulando poder no sólo en el ámbito militar que les era
propio, sino que adquirieron autoridad en el mismo gobierno del Imperio. Pero
los intereses entre los jefes militares más influyentes en la dirección muchas
veces eran contrarios, y así se suscitaron conflictos políticos que, al
agudizarse, generaron guerras internas. Estas terminaron por debilitar, aún
más, el frágil equilibrio del imperio.
Pero las luchas internas, con
todo y ser destructivas, no propiciaron la disolución del imperio tan
directamente como los gastos generados por el enorme ejército y por los miles
de funcionarios civiles encargados de administrar los asuntos imperiales que
resultaban, a veces, inútiles.
En el esquema de esta página
presenta la relación del conjunto de los factores internos que influyeron
directamente en la decadencia del Imperio Romano.
Por otra parte, en las regiones
occidentales del imperio, en lo que hoy es Europa Occidental, las consecuencias
internas de la crisis se resistieron con mayor fuerza. Ello impulsó al
emperador Constantino a trasladar la sede de su gobierno, de Roma en el
Occidente, a Bizancio en el Oriente, ciudad que tomó el nombre de
Constantinopla.
Oriente se convirtió en el centro
político y económico del imperio, y esto provocó un abandono del Imperio Romano
de Occidente, que se manifestó en el descuido de sus defensas fronterizas; con
ello se abrió el camino para la irrupción del factor externo decisivo: las invasiones
bárbaras.
Factores externos
Entre los factores externos que
más influyeron en la decadencia del Imperio Romano se encuentran la pérdida de
expansión territorial, que trae como consecuencia la disminución del número de
esclavos para trabajar y las invasiones de los llamados grupos bárbaros.
Invasiones de los “bárbaros”
Hacia los siglos III y IV, Europa
y Asia fueron testigos de grandes movimientos de pueblos que, desplazándose de
sus lugares de origen y recorriendo enormes distancias, ocuparon, muchas veces
por la fuerza, las tierras cercanas al Imperio Romano.
Aunque no se sabe con certeza el
origen de estas migraciones, algunos historiadores suponen que en Europa y en
Asia se resistieron los efectos de cambios climáticos, los cuales provocaron sequías,
pérdidas de las cosechas, que tuvieron como resultado la hambruna de esas
regiones. Estas catástrofes habrían obligado a los pueblos de Asia Central a
moverse en busca de mejores tierras y más alimentos.
Los hunos, por ejemplo, pueblos
terribles por su crueldad en la guerra, se movilizaron en tres direcciones
partiendo del Asia Central, su lugar de origen: hacia el oriente llegaron a
China, al sur acosaron con firmeza a los pueblos de la India y, por último, al
occidente chocaron con los límites del Imperio Romano y con algunos grupos no
menos aguerridos: los germanos.
La presión ejercida por las
tropas de los hunos sobre los pueblos germánicos de Europa Oriental provocó que
estos, huyendo del peligro, se desplazaran hacia Occidente, es decir, que
iniciaran la migración rumbo a las fronteras del Imperio Romano, las mismas que
posteriormente cruzarían. Pero este empuje no fue la única razón de las
migraciones, los bárbaros como los germanos tuvieron sus propios motivos para
invadir el Imperio, pues desde tiempos atrás se habían acercado poco a poco al
territorio romano, atraídos por el comercio de objetos de lujo y de esclavos.
Historiadores de la Antigüedad,
que afirmaban que las invasiones germánicas habían sido devastadoras para la
vida del Imperio Romano, veían en ellas solamente aspectos negativos.
En épocas recientes se han visto
algunos elementos positivos del avance bárbaro sobre Roma. Algunos
historiadores afirman que, aun tomando en cuenta los destrozos causados a la
organización política del Imperio Romano, los invasores bárbaros deseaban
conservar la grandeza del territorio que comenzaban a poblar, debido a la
profunda admiración que sentían por la cultura del Imperio.
La llegada de los bárbaros, unida
a los problemas que vivía la organización política de Roma marcaron el inicio
de la ruptura y caída del Imperio Romano.
Reinos bárbaros
La organización política del
Imperio Romano de Occidente se había desmoronado bajo el peso de la crisis y de
los problemas anteriormente tratados, pero los conocimientos y experiencias de
la cultura latina, acumulados en varios siglos de dominio del mundo
mediterráneo siguieron a flote gracias al impulso de la tradición cultural de
Roma que impulsó el surgimiento de una nueva etapa en la historia europea: la
Edad Media.
Quienes recibieron la encomienda
de rescatar y continuar la herencia de Roma fueron los pueblos germanos, y la
forma que utilizaron para llenar el vacío dejado tras la derrota del imperio
fue la fundación de pequeños Estados conocidos como reinos bárbaros, que
adoptaron el sistema monárquico a la usanza romana. Ellos continuaron con la
costumbre de división de la tierra, el trabajo agrícola; además se
establecieron en regiones marcadas antes por la división provisional del
Imperio Romano. Dichos reinos se establecieron en las regiones marcadas
anteriormente por la división provincial del Imperio Romano y se conocieron con
el nombre del pueblo germano que los fundó: burgundios, visigodos y francos
entre otros.
Hacia la fragmentación
La poca experiencia de los
germanos para administrar grandes territorios y poblaciones numerosas impidió
que sus reinos sobrevivieran por sí solos, pero estimuló a los reyes y a sus
cortes para apoyarse en las anteriores organizaciones romanas.
Así, los monarcas bárbaros
adoptaron desde los títulos de poder romano hasta las formas más complejas de
organización, por ejemplo, para los repartos de tierras, dándose una
convivencia pacífica con los nuevos pobladores germánicos. Como lo afirma el
historiador Perry Anderson, las sociedades de los primeros reinos germánicos se
presentaban como sociedades duales.
En ellas los elementos romanos
prevalecieron sobre las innovaciones germánicas; la lengua que se hablaba era
el latín, con muy pocos elementos de las lenguas bárbaras; el derecho romano se
utilizó como base de convivencia entre las poblaciones romanas y germana.
ACTIVIDAD
1. Resalta
las palabras desconocidas y busca su significado.
2. magina
que eres periodista en el Imperio. Escribe una entrevista ficticia con un
ciudadano romano afectado por la crisis. Haz al menos 5 preguntas y responde
como si fueras él o ella.
3. Crea
una ficha con 10 palabras clave del texto (por ejemplo: agricultura, bárbaros,
emperador, esclavos…). Escribe su definición y un dibujo simbólico. Recórtalas
como si fueran piezas de un rompecabezas de conceptos.
4. Dibuja
tu propio reino bárbaro basado en lo que aprendiste. Dale un nombre, una
bandera, y representa su organización política, social y económica. Acompaña el
dibujo con una breve descripción escrita.
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