Jünger Habermas, nacido en 1922,
se inscribió en sus comienzos en la Teoría Crítica o Escuela de Frankfurt de
Horkheimer, Adorno, Marcuse y Fromm.
Posteriormente sus ideas tomaron características propias, si bien basadas
en Marx y Weber, con una preocupación básica por la transformación
político-social. Por ello, su teoría fue
considerada como una forma de neomarxismo.
Sin embargo, su interés posterior y la utilización que hace de ideas de
Herbert Mead, Talcott Parsons y Schutz lo ubican en un campo de confluencia
entre las tendencia explicativas y comprensiva – interpretativa de las ciencias
sociales. Sus obras más recientes son
Teoría de la acción comunicativa I: Racionalidad de la acción y racionalización
social (Madrid, Taurus, 1984) y Teoría de la acción comunicativa II: Crítica de
la razón funcionalista (Madrid, Taurus, 1987).
La teoría crítica de los
fundadores y de sus mismos primeros trabajos experimentan en Habermas una
importante modificación y reorientación.
Es menos crítica, menos negativa y más sistemática, más orientada a la
construcción de una teoría social más coherente. En el fondo, sin embargo, se mantiene la
importancia central dada a la racionalidad, entendida como la forma en que las
personas que usan el lenguaje y son capaces de actuar mediante el conocimiento. De ahí que se pregunte por el tipo de
racionalidad que debe estudiar la ciencia social y en qué sentido la
modernización puede ser considerada como un proceso de racionalización. Ambas preocupaciones tienen especial
importancia ya que para Habermas la sociedad democrática debe basarse en la
razón.
En la línea de la teoría crítica
tradicional, Habermas afirma que existe una racionalidad de los fines y que la
ciencia social debe preocuparse por la resolución de problemas prácticos. Todo conocimiento obedece a un interés pero mientras las ciencias naturales tienen
interés en controlar la naturaleza, las ciencias sociales tienen interés en la
emancipación de las personas respecto de cualquiera forma de coacción.
Teoría de la acción comunicativa.
Habermas comienza por señalar que
Marx considera como uno de los puntos de partida de su teoría el concepto de
acción instrumental o conducta racional de las personas para elegir los medios
más apropiados parta lograr un cierto fin. Tal acción se relaciona en Marx con
el trabajo de cuyo concepto deriva las relaciones sociales. Para él, en cambio, en el análisis social es
más importante la acción comunicativa que permite una comprensión comunicativa
entre los actores en interacción. En ese
proceso, no se hace, principalmente, cálculos egoístas (instrumentales) para
alcanzar el éxito, sino que se trata de lograr definiciones comunes de la
situación para dentro de ellas, perseguir metas individuales.
Habermas deriva el concepto de
acción comunicativa de los diversos tipos de acción que distinguió Max Weber
(racional, orientada por valores, afectiva y acción tradicional). Al redefinir los tipo weberianos, coloca
frente a la acción instrumental la acción comunicativa como una relación
interpersonal lingüística que busca el mutuo entendimiento, el consenso. Mientras en Marx la acción y la racionalidad
instrumental se relacionan con el trabajo, la acción y la racionalidad
comunicativa re relacionan con la interacción. Cuando la acción comunicativa se
basa en argumentaciones racionales y tiene pretensiones de universalidad se
denomina discurso.
El concepto de acción
comunicativa “fuerza u obliga a considerar también a los actores como hablantes
u oyentes que se refieren a algo en el mundo objetivo, en el mundo social y en
el mundo subjetivo, y se entablan recíprocamente a este respecto pretensiones
de validez que pueden ser aceptadas o ponerse en tela de juicio. Los actores no se refieren sin más intentione
recta a algo en el mundo objetivo, en el mundo social o en el mundo subjetivo,
sino que relativizan sus emisiones sobre algo en el mundo teniendo presente la
posibilidad de que la validez de ellas pueda ser puesta en cuestión por otros
actores” (Teoría de la acción comunicativa: complementos a estudios previos,
Madrid, Cátedra, 1989, Pág. 493).
Es en discurso, una forma
especial de comunicación, donde, por medio de la argumentación se determina lo
que es válido o verdadero. Es decir, la
verdad no es una copia de la “realidad” a la cual se refieren los argumentos de
los participantes en el discurso, sino que es un resultado consensual sobre el
cual no actúa ninguna influencia que lo distorsione. Ese consenso se logra cuando se dan cuatro
condiciones de validez aceptadas por todos los participantes: a) que el
enunciado que hace un hablante sea comprensible; b) que el hablante sea fiable;
c) que la acción pretendida sea correcta por referencia a un contexto normativo
vigente; y d) que la intención manifiesta del hablante sea, en efecto, la que
él expresa.
Con las características
señaladas, Habermas sostiene que la acción comunicativa, y no la acción
racional instrumental, como lo hizo Marx, es la conducta que caracteriza a las
interacciones que se dan en la sociedad.
Por eso, la acción comunicativa debe tener un lugar central en la
teoría. Uno de los objetivos de tal teoría
debe ser la identificación y eliminación de los factores estructurales que
distorsionan la comunicación.
El papel central que ocupa la
comunicación en la propuesta teórica y política de Habermas lo lleva a
preocuparse por la racionalización de la acción comunicativa, siguiendo el
camino tomado por Marx y Weber sobre ese tema.
La racionalidad final se dará cuando se supriman las barreras a la
comunicación. El medio para hacerlo lo
constituye la modificación en profundidad del sistema normativo vigente. La evolución social no consiste,
precisamente, en cambios en el sistema de producción (en el cambio de las bases
materiales, como diría el marxismo original de Marx), sino en el transito de una sociedad racional en la
cual la comunicación de las ideas se expondrá sin restricciones.
El mundo de la vida.
Habermas distingue en la sociedad
dos niveles: el “sistema” y el “mundo de la vida”. La preocupación por el mundo de la vida es
una extensión de la teoría de la acción comunicativa que relaciona a Habermas
con Herbert Medad y, de manera principal, con Durkheim (la conciencia
colectiva), Husserl, Schutz y Luckmann.
Desde ya digamos que la acción comunicativa sucede siempre en el mundo
de la vida.
El mundo de la vida –en una
concepción similar a la de Parsons y a la de Luhmann-- está constituido por la cultura, la sociedad
y la personalidad. La racionalización de
tal mundo implica una creciente diferenciación entre sus tres componentes. Habermas destaca que el mundo de la vida
representa el “punto de vista de los sujetos” que actúan en la sociedad. Pero para una perspectiva externa a ella,
para su análisis desinteresado, la sociedad aparece como un sistema con
diferentes configuraciones estructurales (la familia, el estado, la economía,
etc.) cuya racionalización progresiva las va alejando del mundo de la vida en
un proceso de “colonización” de este último por el sistema. La lucha contra la explotación (en términos
que vuelve a Habermas al marxismo), y los movimientos sociales que buscan una
mayor igualdad, mayores niveles de autorrealización, la paz y la preservación
del medio ambiente (que constituye una de las reclamaciones del neomarxismo)
deben contribuir a impedir una “colonización” negativa del mundo de la vida y a
buscar una convivencia adecuada entre éste y el sistema.
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